La propuesta de reforma tributaria anunciada por el ministro de Hacienda, Germán Ávila Plazas, con la que el Gobierno espera recaudar $19 billones en 2026, ha vuelto a poner en el centro del debate una serie de tributos con fines correctivos que, según el Marco Fiscal de Mediano Plazo, se plantean como mecanismos “complementarios” de ingreso.Se trata de cuatro impuestos a productos y servicios derivados del carbono, plaguicidas, ruido y vapeadores, que en teoría buscan corregir comportamientos nocivos para el ambiente o la salud pública; pero que en su aplicación, no tendrían un aporte importante a las arcas de la Nación, tal y como busca la Casa de Nariño.Más información: Lo que está en juego en el nuevo impase diplomático entre Colombia y EE. UU.En charla con Portafolio, expertos tributarios advierten que si bien estos gravámenes pueden tener efectos disuasorios positivos, su potencial fiscal es limitado, e incluso decreciente, lo que los vuelve inadecuados como pilares de una reforma con metas tan ambiciosas y por el contrario, mal diseñados, terminarían encareciendo la vida de los colombianos sin cumplir sus objetivos ambientales o sociales.Más cobertura y presiónTanto Juan Riveira, senior counsel de Holland & Knight, como Jorge Castelblanco, CEO de Crowe Co, coinciden en que el impuesto al carbono es el más consolidado del paquete, ya que existe desde 2016 y el Gobierno busca ampliar su base gravable y fortalecer su recaudo, manteniendo lo que ya se está haciendo.En este sentido, Castelblanco propone mantener su estructura como un gravamen específico por tonelada de CO2 equivalente, aplicado sobre la producción o importación de combustibles fósiles; mediante un enfoque que mantenga una relación directa entre el daño ambiental y el monto del impuesto, y facilite la fiscalización.Impuestos y gastos en Colombia.Imagen generada con Inteligencia Artificial - ChatGPTSin embargo, advierte que el efecto económico sería considerable y sectores como la energía, el cemento, la industria del ladrillo, el transporte y la producción de alimentos verían aumentos en sus costos operativos, que podrían trasladarse a los consumidores finales.Además, Riveira advierte que una expansión del tributo sin justificación técnica clara podría afectar la competitividad y ser percibida como una presión fiscal encubierta. Debido a esto, ambos coinciden en que su función debe seguir siendo ambiental, enfocada en acelerar la transición energética, y no fiscal.Consulte también: Laura Sarabia, el alfil clave de Petro que dio un paso al costadoRigurosidad técnicaPor otra parte está el tributo a los plaguicidas, que busca desincentivar el uso de agroquímicos nocivos. Para ello, los analistas proponen gravar los productos por unidad (litro o kilo), con tarifas diferenciadas según su nivel de toxicidad y que su éxito dependerá de una clasificación técnica rigurosa, y de acompañarlo con programas de transición agrícola.Estos expertos advirtieron que impactará directamente al sector agrícola, especialmente a los cultivos intensivos y que el incremento en los costos podría reflejarse en mayores precios de alimentos para los consumidores, razón por la cual se debe tener cuidado con los parámetros de implementación.Además, alertan que sin alternativas viables, el impuesto puede afectar la productividad rural y poner en riesgo la seguridad alimentaria, especialmente en zonas con alta dependencia de estos insumos.Impuestos, empresaas y economíaImagen generada con Inteligencia Artificial - ChatGPTImpuesto al ruidoEl impuesto a la contaminación sonora es probablemente el más técnicamente complejo y el de menor potencial recaudatorio, ya que su implementación requiere medición estandarizada de decibeles, clasificación de fuentes emisoras (como bares, talleres, transporte o construcción), y zonificación para aplicar tarifas diferenciadas.En este sentido, el vocero de Crowe Co propone un modelo híbrido de una tarifa específica por decibeles excedidos para fuentes medibles, y un esquema ad valorem o por actividad para fuentes difusas; mientras que desde Holland & Knight coinciden en que solo podría aplicarse en ciudades grandes, y que su viabilidad depende de una clara justificación basada en los efectos del ruido sobre la salud pública.Otras noticias: EE. UU. confirma que enviará cartas a socios comerciales con tarifas arancelariasAsí las cosas, el impacto económico se centraría en el comercio nocturno, la industria, el sector transporte y la construcción, que tendrían que asumir costos adicionales por insonorización, controles técnicos o sanciones.Riesgos de informalidadInspirado en los impuestos al tabaco, el siguiente gravamen es el de los vapeadores, con el cual básicamente se busca reducir su consumo, especialmente entre jóvenes. La propuesta de los analistas es aplicar una tarifa específica por volumen (ml) o peso (gramo), ajustada por concentración de nicotina.El impuesto afectaría a fabricantes, importadores, distribuidores y comerciantes minoristas, trasladando el costo directamente al consumidor final. Sin embargo, Jorge Castelblanco advierte que tarifas demasiado elevadas podrían empujar el consumo hacia el mercado informal, dificultando la fiscalización y poniendo en riesgo la salud pública.Por su parte, Juan Carlos Riveira resalta la necesidad de una regulación estricta y coordinada con campañas de prevención, para que el impuesto tenga un efecto disuasorio real sin fomentar canales no regulados.Impuestos, empresaas y economía.Imagen generada con Inteligencia Artificial - ChatGPTEjemplos internacionalesRevisando la implementación de algunos de estos tributos en el mundo, Portafolio encontró que aunque tienen objetivos distintos, estos tributos han sido implementados con resultados mixtos en otros países, aunque con una visión más regulatoria que fiscal, por lo que se descartaría que lleguen a ser una fuente efectiva de ingresos.Por ejemplo, en Europa, el impuesto al ruido se aplica a nivel municipal como canon o tasa ambiental, vinculado a licencias de operación y su efecto ha sido más preventivo que fiscal, ayudando a reducir emisiones sonoras en zonas urbanas. En cambio, en América Latina no existen antecedentes tributarios consolidados.Puede interesarle: Este sería el contrato laboral más antiguo: cuáles eran las laborales y cuánto pagabanEl caso de los vapeadores ha sido más explorado en la región y, por ejemplo, México implementó un impuesto específico por mililitro de líquido con nicotina, pero combinó esta medida con restricciones comerciales que empujaron al mercado informal. Otros países, como Chile y Brasil, han debatido estructuras fiscales similares, con propuestas que buscan alinear salud pública y recaudo.“Su verdadero valor está en contribuir al mejoramiento ambiental y la salud pública”, enfatiza Riveira. “Si se convierten en meros instrumentos fiscales, existe el riesgo de que pierdan legitimidad y efectividad”.Las microempresas en Colombia enfrentan serios desafíos fiscales.Imagen generada con Inteligencia Artificial - ChatGPTMás allá del diseño y la intención, el aspecto crítico es que estos impuestos no serían suficientes para alcanzar los $19 billones que busca Hacienda. Su bajo potencial recaudatorio y su carácter decreciente en el tiempo hacen que su peso en el presupuesto nacional sea marginal.En este contexto, Castelblanco concluye que “no son impuestos pensados para llenar la caja estatal. Si se usan con fines recaudatorios, podrían resultar regresivos, afectar a los sectores más vulnerables y fomentar la evasión”.De esta forma presentar los cuatro impuestos como mecanismos de financiamiento sin claridad técnica, sin acompañamiento institucional, ni articulación con otras políticas, es un camino peligroso, especialmente en un contexto de desconfianza fiscal y alto costo de vida. Habrá que espera lo que finalmente se radique en el próximo período del Congreso.