Seguir la vida literaria de María Jesús Ruiz no es difícil, entre otras cosas porque su producción se ha visto aumentada en estos últimos años con unos pocos de excelentes títulos, y no hablo de sus artículos, que también son muchos, sino de sus libros. Hay un par de elementos genéricos que suelen hacer su aparición a lo largo de su obra: el romancero y la lírica tradicional. Ya se trate de ensayo o novela, esos dos componentes emergen siempre en el transcurso de su periplo literario como hito al que aferrarse en medio del mar de las letras. Su última entrega nos regala un trabajo que juega al despiste gracias a su enigmático título: Poética del buceador. Tan misterioso nombre solo obliga a elucubraciones ya que plantea dudas de si nos enfrentamos ante una novela, un ensayo, o ambas cosas a la vez, lo cierto es que ni por asomo iba a adivinar de qué trataba este nuevo trabajo.Al sumergirse en cualquiera de sus trabajos, se percibe que la autora quiere saldar cuentas consigo misma, ya que cada título va finiquitando propuestas que venía albergando desde hacía tiempo pero que por diversas circunstancias no se pudieron poner en pie en su tiempo. Creo que en cada libro María Jesús se va descarnando a sí misma, como si de una espina clavada se tratara.El romancero y la lírica tradicionalPoética del buceador germina en la mente de la autora hace unos pocos de lustros y nace de manera fortuita. Los investigadores se afanan en buscar nuevas aportaciones académicas, sin embargo, éstas pueden surgir frutos del azar y, a veces, en situaciones domésticas, en lo cotidiano encontramos respuestas a nuestras inquietudes, solo falta saber leer esos códigos ocultos, entre líneas, que nos invitan a madurar nuevas ideas. En esos encuentros ocasionales, azarosos, alumbran imágenes que auxilian inéditas propuestas pero que necesitan un contexto poético: con este nuevo relato María Jesús ha ido componiendo una narrativa articulada sobre modelos representacionales cuyo eje vertebrador gravita en espacios de naturaleza simbólica, el romancero y la lírica tradicional juega con estos elementos.Cubierta de 'Poética del buceador'.La imagen de la portada carece de sentido si no nos sumergimos de lleno entre sus páginas, sirve de excusa para adentrarnos en un mundo marcado por las huellas y las formas que el agua deja, y con ella la de sus protagonistas, héroes desconocidos de la baladistica pan europea. El buceador es el hilo conductor que modula el devenir del conjunto de invenciones literarias, romances o canciones líricas, que nacen al amparo de este mitema transcultural.Es un libro que, como si de una composición musical se tratara, teje una preciosa urdimbre en torno a un motivo: el acto de sumergirse en el agua, no por afición ni por oficio, aquí el protagonista es un ser capaz de perder su vida en la búsqueda de aquellos símbolos en los cree sentirse representado. A raíz de ello se suceden otros motivos que se van vinculando entre sí y que argumentan los distintos procesos que dan forma a los relatos y, por ende, a la propia dinámica de esta Poética del buceador: la pérdida de un objeto de valor ( material o inmaterial ) en forma de anillo, el encuentro amoroso, las tres inmersiones, echar a suerte quien se lanza al agua, son pequeñas unidades narrativas que van cohesionando los distintos textos que se presenta y ante esto, nos damos de bruces con toda una simbología que más que decir sugiere, como es el caso del agua en sus distintas formas ( mar, río, pozo) representando lo ignoto; las presencias que acechan en torno a ella, el paseo o encuentro en la orilla del mar con su carga erótica amorosa, cruzar un puente que nos remite a los rito de paso o transición, lavar en el agua o bordar, son comprensiones que se alejan de la lógica racional o sea, hay que sobreentenderlo.En aras de seguir los indicios que estos relatos del buceador y sus variaciones han ido dejando en la cultura de occidente, la autora presenta una serie de textos procedentes de distintas oralidades, primarias y secundarias, así como de distintos lugares, y que un colectivo, el de los lectores y oidores, ha ido dando forma en función de sus gustos e intereses, resultando con ello que nos encontremos con unas narraciones que son el fruto de un equilibrio entre memoria e innovación, que tiende a simplificar el relato con marcas de variabilidad, alteraciones discursivas y formulaícas, cuyo resultado final puede acabar en sentimentalizar el relato, que es a fin de cuentas el que le gusta al portador de esa tradición .En suma, estamos ante, para mí, el gran trabajo literario de María Jesús Ruiz, entre otras cosas destacaría su originalidad a la hora de construir un relato coherente, entretenido, muy poliédrico en el asunto y muy bien documentado. Por otra parte el libro cede una parte de su espacio a amigos de la autora para que se expresen a través de la poesía o las artes plásticas en torno a la figura del buceador y a las resonancias alegóricas del agua, creando una especie de contrapunto simbólico.