En Sinaloa ya no sólo se cuentan homicidios. También empresas que quiebran, escuelas que suspenden clases y familias que abandonan sus hogares. Diez meses de conflicto entre facciones del Cártel de Sinaloa han convertido al estado en el epicentro de la violencia y en un caso crítico de colapso económico.Nadie quiere asumir el costo, pero los datos muestran que el daño es profundo y que no se resolverá pronto.LA FRACTURAEl 9 de septiembre de 2024 comenzó la fractura del Cártel de Sinaloa. Con la captura del Mayo Zambada y de Joaquín Guzmán López, alias el Güero, se rompió el equilibrio criminal que contenía la violencia. Desde entonces, la entidad no volvió a conocer la calma.Los Chapitos y La Mayiza se declararon la guerra. Una guerra intestina que en diez meses dejó más de mil 600 homicidios dolosos, según el Sistema Nacional de Seguridad Pública. El pasado junio dejó un nuevo récord: 207 asesinatos en un sólo mes, el 10% de todos los homicidios del país.El costo humano no terminó ahí. Según la Secretaría de Bienestar y Desarrollo Sustentable, más de 250 familias fueron desplazadas de Concordia, Culiacán y otras comunidades rurales. Casas vacías, zonas abandonadas y niños que aprendieron que la única salida es huir.DESPLOME ECONÓMICOSegún el IMSS, se han perdido más de 15 mil empleos formales y más de 7 mil empleadores se han dado de baja en Sinaloa. La peor caída laboral que se recuerde en décadas.La Coparmex documentó el cierre de 850 negocios formales en Culiacán. Si se suman los informales, la cifra rebasa los mil 800 comercios. No es menor. Cada negocio cerrado es un proveedor que deja de pagar impuestos, una familia que se queda sin ingresos y comunidades que ven empeorar sus condiciones.La doctora Cristina Ibarra Armenta, de la Federación de Colegios de Economistas, advierte que resarcir este daño económico tomará entre cinco y diez años. Diez años para regresar al punto antes del conflicto. Diez años que las familias no tienen.VACÍO DE PODERLa guerra que consume Sinaloa no nació de la nada. Fue una consecuencia directa de la caída de los jefes históricos. El Mayo se forjó un liderazgo discreto y pragmático. Los Chapitos, encabezados por Iván y Jesús Alfredo Guzmán Salazar, apostaron por la violencia abierta.La traición fue el punto de quiebre: uno de los hijos del Chapo entregó a Zambada a las autoridades de Estados Unidos. Ahí comenzó la ofensiva total por el control del negocio más lucrativo: el fentanilo.En medio de la disputa, el gobierno de Claudia Sheinbaum respondió con despliegues militares y operativos. Según datos federales, en estos meses se decomisaron 58 mil kilos de droga, 87 laboratorios clandestinos, más de un millón de pastillas de fentanilo y 2 mil 500 armas de fuego.Pero la violencia no cedió. El propio gobernador Rubén Rocha Moya lo admitió recientemente: “No hemos mejorado. Mayo y junio fueron meses con alza en homicidios. Estamos trabajando”. La realidad no puede esconderse con discursos.Y mientras Sinaloa arde, el fentanilo sigue saliendo hacia Estados Unidos. Los cárteles se reconfiguran, se reagrupan, se reinventan. Buscan nuevos aliados. Y vemos cómo la economía criminal tiene tanto dinero como un gobierno. Ya no es cuestión de desmantelarla, sino de reconstruir un estado que se nos cae a pedazos.EL DATO INCÓMODOEn junio, el IMSS perdió 2.9% de patrones registrados, la peor caída en 25 años. La agricultura fue la más afectada, con un desplome de 5%. Son ya 12 meses seguidos con menos empleadores formales en el país. Van más alertas.The post Sinaloa: 10 meses de guerra first appeared on Ovaciones.