Refrescante, ligera y aparentemente saludable, la fruta se ha convertido en la cena favorita del verano. Pero bajo esa apariencia inocente, se esconden efectos que pueden alterar el sueño, el apetito e incluso generar ansiedad alimentaria. Descubre por qué no siempre es la elección más acertada y cómo mejorarla sin renunciar a su frescura.