(ZENIT Noticias / Madrid, 09.07.2025).- ¿Cuántos nuevos sacerdotes católicos se ordenarán en Europa en 2025? Parece una pregunta sencilla, pero la respuesta es difícil de alcanzar. Europa es un mosaico de más de 40 naciones, cada una con su propio ritmo de vida eclesial, realidades demográficas y estándares de transparencia. Sin embargo, incluso las cifras incompletas ofrecen una perspectiva más profunda: la temperatura espiritual del continente que una vez estuvo en el corazón mismo del catolicismo.Si bien Europa ya no es el motor demográfico de la Iglesia católica —esa distinción ha pasado hace tiempo al Sur Global—, sigue siendo la sede del papado y la sede de la Santa Sede. Y, sin embargo, el continente está atravesando un profundo invierno vocacional. Según el propio «Annuarium Statisticum Ecclesiae» del Vaticano, el número de sacerdotes en Europa disminuyó un 1,6 % solo en 2023. Ese mismo año, Europa aún albergaba el 38,1% de los sacerdotes del mundo, pero esa proporción está disminuyendo constantemente.Sin embargo, si nos fijamos bien, el panorama se vuelve más complejo. Las ordenaciones de este año reflejan no solo un declive, sino también resiliencia, un crecimiento sorprendente y patrones cambiantes en la identidad clerical.En Austria, por ejemplo, un país a menudo considerado emblemático de la secularización europea, se esperan al menos 26 nuevos sacerdotes, frente a los 20 del año pasado. En Croacia se prevén unas 40 nuevas ordenaciones, aunque las cifras exactas aún no se han publicado. Francia, aún recuperándose de décadas de descristianización, espera 90 nuevos sacerdotes en 2025. Cabe destacar que París marcó un hito simbólico con 16 ordenaciones en la recién restaurada Catedral de Notre Dame, la primera desde el devastador incendio de 2019.Polonia, durante mucho tiempo baluarte de la Europa católica, anticipa 206 nuevos sacerdotes —con diferencia la mayor cantidad del continente—, pero incluso esa cifra refleja un descenso constante. Hace veinte años, Hungría contaba con más de 400 seminaristas diocesanos; hoy, menos de 100. Alemania, otrora terreno fértil para las vocaciones sacerdotales, se enfrenta ahora a mínimos históricos, con menos de 30 ordenaciones previstas en 27 diócesis. Baviera, tradicionalmente su corazón católico, produjo tan solo cinco sacerdotes este año.En otros lugares, las tendencias apuntan a un cambio discreto en la configuración global del sacerdocio europeo. En Luxemburgo, se ordenaron dos nuevos sacerdotes: uno brasileño y otro vietnamita. En Malta, entre los tres nuevos sacerdotes se encontraba un singapurense. En los Países Bajos, donde las vocaciones locales son escasas, alrededor del 30% de los sacerdotes provienen ahora del extranjero.Las historias que surgen de comunidades más pequeñas son igualmente reveladoras. En Finlandia, un diácono nacido en Vietnam será ordenado por el obispo de Helsinki. En Noruega, solo se llevó a cabo una ordenación este año. En Irlanda, 21 nuevos seminaristas comenzaron sus estudios el otoño pasado, lo que inspiró al país a un optimismo cauteloso. Mientras tanto, en España, a la espera de los datos nacionales para 2025, los informes diocesanos apuntan a un repunte de las «vocaciones tardías»: hombres mayores que disciernen el sacerdocio después de su carrera profesional o su vida familiar.Incluso Ucrania, devastada por la guerra, está presenciando nuevas ordenaciones. A pesar de la falta de cifras oficiales, se están ordenando sacerdotes tanto en el rito latino como en el católico oriental. Solo en mayo y junio, varios nuevos sacerdotes fueron ordenados en Lviv, Kiev, y por el propio Papa León XIV en la Basílica de San Pedro.Esta dispersión de cifras y anécdotas se resiste a cualquier narrativa simplista. Algunos países —Alemania, Eslovenia y la República Checa— parecen estar en caída libre. Otros —Austria, Irlanda, Eslovaquia— ofrecen atisbos de una modesta recuperación. Polonia sigue siendo una piedra angular, no solo para sus propias diócesis, sino como proveedor de clero para Europa Occidental, aunque este papel podría disminuir si la tendencia a la baja continúa.Si algo está claro, es que el sacerdocio europeo está cada vez más globalizado. A medida que disminuyen las vocaciones en bastiones históricos, los obispos recurren a África, Asia y Latinoamérica, no solo en busca de apoyo, sino de continuidad.Pero las estadísticas, como siempre, cuentan solo una parte de la historia. La formación de un sacerdote no solo implica cifras, sino también discernimiento, sacrificio y gracia. En tiempos de crisis, es menos probable que una vocación se herede que se descubra. Estos hombres no están asumiendo un puesto seguro ni socialmente prestigioso. Están entrando en un espacio controvertido, uno donde la Iglesia a menudo es contracultural, donde los bancos están más vacíos y donde las expectativas son más altas que nunca.Leer el panorama de las ordenaciones sacerdotales en 2025 es leer un mapa de la condición actual del catolicismo europeo: fracturado, desigual, pero no desprovisto de vida. Y bajo las estadísticas institucionales yace una corriente espiritual subyacente que se resiste a la cuantificación: una silenciosa agitación en los corazones de hombres que, a pesar de todas las adversidades, aún sienten el llamado a servir.Gracias por leer nuestros contenidos. 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