La guerrilla española de la guerra de Independencia: mucho más que Goya y Curro Jiménez

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Finales de 1808, el joven oficial de estado mayor francés Jean-Baptiste-Antoine-Marcellin de Marbot, a la sazón edecán del mariscal Lannes y luego barón y general, parte de Tudela con unos despachos y cerca de Tarazona, escoltado por dos húsares del 2º regimiento (de Chamborant), descubre los cadáveres de dos soldados franceses asesinados y desnudos (los identifica por los chacós a su lado). A poca distancia, “apercibimos algo horrible: ¡un joven oficial del 10º de Cazadores a Caballo, vestido aún con el uniforme, clavado por manos y pies en la puerta de una granja!”. Marbot continúa en sus memorias (Castalia, 2008) describiendo una escena digna de las guerras apaches, apartado La venganza de Ulzana: “El desgraciado estaba cabeza abajo, y debajo se había encendido una fogata. Felizmente para él sus tormentos habían acabado, pues estaba muerto”. Seguidamente, el oficial y sus dos húsares se enfrentan a siete u ocho españoles, dos de ellos montados. Matan a varios y capturan a dos, heridos, “un capuchino montado sobre el caballo del pobre teniente de Cazadores, cuya cartuchera se había colgado del cuello, y un campesino instalado sobre una mula, llevando a la espalda las ropas de los dos desgraciados soldados encontrados muertos”. Marbot recuerda la orden de Emperador que prescribía “terminantemente” que se fusilase sobre el terreno a todo español “no militar” que se cogiese con las armas en la mano. Consecuentemente, los dos húsares “pasaron al monje y al campesino por las armas” al grito de “¡Ah, no conocéis a los de Chamborant!”. Seguir leyendo