Hay algo profundamente revelador en que la biografía de un arquitecto tenga un eco en su obra. No sucede con todos: es fácil esconderse detrás de un edificio. Pero sí ocurre siempre con los grandes. Los vaivenes de la vida se traducen para ellos en ciertas proporciones, en espacios de convivencia, en fachadas sinuosas, en distribuciones que delatan pocas dudas y ausencia de miedos o en fachadas que aspiran a convertirse en una demostración de poder.Seguir leyendo