La Nota Empresarial: el día que Pepsi rechazó comprar los secretos de Coca-Cola

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En la 'guerra' de las marcas, Coca-Cola y Pepsi encabezan la lista de eternos rivales. Y no es para menos, durante décadas ambas compañías han usado todo su arsenal (poniendo el foco en el marketing) para alzarse con la corona del refresco de cola favorito de los consumidores. (Lea más: Por qué Daniel Ek deja su cargo como director ejecutivo de Spotify)No obstante, aun cuando en el 'campo de batalla' lo que cuenta es la estrategia, también lo hace la sana competencia. Eso quedó demostrado el día en que un intento de espionaje corporativo entre las dos compañías de bebidas terminó con una condena. Las tres mentes maestrasLa protagonista de esta historia es Joya Williams, una exempleada de Coca-Cola. Williams trabajó durante tres años y medio en una de las fábricas embotelladoras de la marca y en 2005 fue ascendida como asistente administrativa del director del área de marketing, Javier Sánchez-Lamelas. Su posición le daba acceso a información confidencial, como productos inéditos o planes de la empresa. Poco tiempo después, la mujer conoció a Edmund Duhaney, un hombre de 40 años que acaba de salir de prisión y a quien le confesó que poseía documentos secretos de Coca-Cola. Ambos idearon un plan para vender esos datos a su competencia directa, Pepsi, y hacerse así con una millonaria suma. La idea era no tener una participación directa, por lo que incorporaron un tercero al juego: Ibrahim Dimson. El nuevo integrante actuaría como intermediario en la operación y tendría la tarea de hacer el contacto, haciéndose pasar por un alto ejecutivo de la marca del logo rojo.  Dimson envió una carta a Pepsi en la que aseguraba tener en su posesión documentos confidenciales y una muestra de una nueva bebida. La respuesta llegó dos semanadas después con una llamada de un supuesto empleado de la compañía rival llamado Jerry, quien solicitó pruebas.  (Lea más: ¿Qué debe pasar para cambiar el TLC con EE. UU. y acabar el que se tiene con Israel?)Coca-Cola - PepsiiStockEl juego del gato y el ratónAsí las cosas, Dimson remitió por fax un documento de 14 páginas con carácter confidencial y solicitó a Jerry realizar una transferencia a una cuenta bancaria como prueba de que era un 'aliado de confianza'. El dinero obtenido en esta primera jugada, fue utilizado por Williams para reunir más información de carácter sensible y así poder multiplicar los ingresos. Después de varios movimientos, que involucraron la venta de secretos corporativos por 75.000 dólares, el juego terminó con un giro. Jerry, el supuesto empleado de Pepsi, nunca existió. Se trataba de un agente del FBI que hacía un seguimiento del caso. La oficina federal se involucró luego de que Pepsi alertara a Coca-Cola de un empleado infiltrado en su empresa tras el primer contacto con Dimson. Al instante, la Coca-Cola Company alertó a las autoridades dando inició a una 'cacería'. La documentación reunida por el FBI sirvió como prueba para acusar al trío (Williams, Duhaney y Dimson) de fraude electrónico, robo y venta ilegal de secretos comerciales. Los tres involucrados fueron arrestados en 2006, con condenas que rondaban los cinco y los años de cárcel.  Tras el juicio, un portavoz de Pepsi señaló que solo actuaron pensando que eso es lo que haría cualquier empresa responsable. "La competencia puede ser feroz, pero también debe ser justa y legal", señaló la marca. (Lea más: Cómo funcionan... los algoritmos, el 'motor silencioso' detrás de lo que ve y comparte) JESSIKA RODRIGUEZ M. Periodista de Portafolio