Caos y turnos infinitos en la lucha contra el fuego en Castilla y León: “El operativo ha colapsado y están improvisando”

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Bomberos y trabajadores de extinción de incendios denuncian jornadas de 15 y 16 horas sin descanso, problemas organizativos y falta de cuadrillas como consecuencia de un modelo en el que los funcionarios tienen poco peso y las empresas se reparten las concesiones en un "reino de taifas"Un voluntario muerto cuando luchaba contra el incendio que arrasa el sur de León Castilla y León vive la peor oleada de incendios que se recuerda. Es un titular recurrente, pero que se produce cada vez con mayor frecuencia. Si en 2022 se quemaron más de 95.000 hectáreas y hubo que lamentar cuatro fallecidos, tres años después, en 2025, se vive desde hace días una oleada que ha llevado a tener una quincena de grandes incendios simultáneos activos en más de la mitad de las provincias de la comunidad y que ya se ha cobrado su primera víctima mortal, un voluntario que luchaba contra el fuego. Mientras, los bomberos forestales empalman turnos, duermen pocas horas y se enfrentan a temperaturas que nunca había vivido la comunidad. Tras los grandes incendios registrados en Ávila en el inicio de la ola de calor, lo peor se vive ahora en León y Zamora y el operativo está absolutamente desbordado, según relatan los bomberos que trabajan en las brigadas de la Junta de Castilla y León. “No se da abasto, no hay suficientes cuadrillas para tantísimos fuegos”, señala un bombero leonés con años de experiencia en la lucha contra el fuego. “Para un compañero de una cuadrilla nocturna ayer y hoy eran sus días de descanso. Ayer llegó a casa a las 7 de la tarde y hoy se ha levantado y ha marchado con el uniforme a ayudar a sus compañeros de forma voluntaria”, relata. “Los compañeros están amargados porque dicen 'me estoy matando'. Son jornadas de 15 o 16 horas, durmiendo cinco horas y volviendo otra vez”, relata con preocupación. El desgaste viene arrastrado desde los grandes incendios desatados en Ávila la semana pasada. La escasez de medios obligó a movilizar cuadrillas de apoyo procedentes de la provincia de León. Ocurrió el sábado, cuando se desplegaron en Ávila medios procedentes de León justo cuando se desataba el infierno de incendios en la provincia leonesa que aún continúa. Con cuatro horas de viaje por carretera y tras una jornada de trabajo de once horas, a la vuelta se encontraron su provincia envuelta en llamas. Un descanso de 10 horas, en el mejor de los casos, y tener que volver a apagar fuegos. “Todo el mundo está teniendo unas cargas de trabajo increíbles, ojalá ser superhombres y poder estar 24 horas en un incendio, pero no es así”, se lamenta. El riesgo se multiplica: “El operativo está desbordado y agotado” En Castilla y León, se considera un 'gran incendio a aquel que afecta a 500 hectáreas: en estos días se han solapado seis fuegos que tienen como mínimo esa extensión, según los datos aproximados de Copernicus. En solo cuatro días se han quemado casi 23.000 hectáreas —según el satélite europeo Copernicus— , con flancos abiertos en León —asolada por fuegos que han afectado a Las Médulas y cerca del Valle del Silencio—, Zamora —Puercas—, Palencia —en la Montaña Palentina—, Salamanca —cerca de Ciudad Rodrigo— y Ávila —en los alrededores de Las Navas del Marqués—. “El operativo está muy cansado. Hay muchísimos incendios y no hay relevos. Hay gente descansando 6 o 7 horas y trabajando las otras 16 horas. Un compañero el otro día me dijo que estuvo trabajando 22 horas en un incendio”, reprocha el presidente del Sindicato de Agentes Medioambientales de Castilla y León, Esaú Escolar. “El operativo está desbordado y agotado”, explica un portavoz de la asociación de trabajadores forestales de Castilla y León. “La organización del operativo es un desastre”, reitera Escolar, un comentario que suscribe la delegada de Medio Ambiente de CSIF, Sara Mateos: “Esta mañana a primera hora [el martes] había en Llamas de Cabrera —un fuego en máximo nivel de riesgo— solo un bulldózer y un camión”. La acumulación de incendios de gravedad con operativos tan ajustados ha provocado situaciones insólitas, como vecinos acudiendo a rescatar a un grupo de brigadistas en el monte ante el retraso de los helicópteros y los coches. Ocurrió en la comarca de La Valdería este lunes, cuando se complicó el incendio que desde Zamora llegó a León. “Los brigadistas estamos ya acostumbrados a que pueden pasar muchísimas cosas, pero no nos deberían de pasar”, resume. “Tenemos un curso de 16 horas y con eso vamos adelante”, señala un miembro de los equipos de extinción para lamentar la falta de más formación. Los brigadistas trabajan en la extinción del Incendio forestal que afecta a Puercas (Zamora), en la Sierra de la Culebra, este martes. Antes de la muerte del voluntario de León, uno de los heridos leves del incendio de Yeres que ha arrasado el patrimonio mundial de Las Médulas era un brigadista que se vio envuelto en una bola de fuego y que gracias al equipo no tuvo mayores consecuencias. En el mismo incendio se dio otra circunstancia singular: dos brigadas se quedaron atrapadas durante dos horas y media en el monte rodeadas por las llamas mientras el fuego corría fuera de control hacia la localidad de Carucedo. Por eso se tardó en intervenir en la zona. “La gente del pueblo se quejaba de que no había brigadistas cuando se empezó a quemar el pueblo, pero la realidad es que no podían salir del fuego”, explica el mismo bombero. La localidad solo pudo salvarse gracias a la intervención de brigadas desplazadas de urgencia desde otros puntos para sofocar las llamas. “Gracias a dios cogemos experiencia con los incendios y aprendemos, pero la situación tiene que cambiar ya: hay que aumentar los medios para que se puedan hacer labores de prevención en invierno”, señala. “Necesitamos mayor profesionalización, formación y, sobre todo, prevención”, explica. Un modelo basado en subcontratas El modelo de lucha contra el fuego en Castilla y León no ha cambiado en décadas. Una parte del operativo, la menor con diferencia, está integrada por trabajadores públicos. Sin embargo, la mayoría de los trabajadores de extinción están a sueldo de empresas, que son las responsables de las brigadas terrestres ('Romeo') y de las helitransportadas. Las condiciones de estos brigadistas están más precarizadas. “Tenemos lo que el consejero de Medio Ambiente llama 'operativo flexible': es decir, lo mínimo de lo mínimo y esperar a que llueva. El operativo ha colapsado y están improvisando”, critica Sara Mateos, de CSIF. Tras los graves incendios del inicio de la década de 2020, en Losacio (donde murieron cuatro personas), Sierra de la Culebra (Zamora), Sierra de Francia (Salamanca) y La Paramera, en Ávila, Castilla y León se comprometió a ampliar la duración de los contratos de los trabajadores públicos para que los brigadistas trabajaran los 12 meses del año. Sin embargo, los sindicatos reprochan que, en el día a día, apenas se han notado los cambios. Incendio en la comarca leonesa de La Valdería, llegado desde la vecina Zamora Los trabajadores del sector insisten en la necesidad de que haya un operativo que esté al 100% durante todo el año, porque Castilla y León tiene suficiente masa forestal como para dar trabajo de prevención durante el invierno y de extinción durante el verano. “Exigimos que se replantee el modelo porque esto va a ir a más. Queremos más plazas para los trabajadores públicos y que la parte privada no sea un reino de taifas. Además, el convenio sectorial expiró en 2024 y no sabemos nada”, apostilla un portavoz de la asociación autonómica de Trabajadores Forestales. Escolar, del Sindicato de Agentes Medioambientales de Castilla y León, reconoce que ha habido mejoras en los medios materiales, por ejemplo a través del renting de una nueva flota de vehículos, pero lamenta que los cambios para los trabajadores son, sin embargo, lentos. “De personal estamos peor que en 2022”, asegura. Sara Mateos critica que el gobierno autonómico no haya cambiado su visión sobre cómo abordar los incendios. “Siempre culpan a otros, pero también es necesaria un poco de autocrítica”, concluye. “No hay un operativo profesional. Muchos brigadistas se enfrentan por primera vez a un incendio”, apunta Escolar, que señala que, en muchos casos, como es un trabajo tan mal remunerado, se ha incrementado la plantilla extranjera. “Algunos no saben ni español y les enseñamos español y a apagar incendios a la vez”, agrega el presidente del Sindicato de Agentes Medioambientales de Castilla y León. Paraje quemado en el espacio natural de Las Médulas en la provincia de León este martes. Cámaras que confunden Ante la falta de brigadistas, en los últimos años, la Junta de Castilla y León ha incrementado su apuesta por las cámaras de vigilancia para alertar de posibles focos de los incendios a pesar de las críticas que han recibido por los sindicatos y trabajadores. Primero, se instalaron unas cámaras térmicas que daban problemas —avisaban, por ejemplo, si había una chapa de un tejado muy caliente— y, después se licitaron otras cámaras de visión 360º, que tampoco convencen a los agentes medioambientales. “Pueden confundir el polvo con humo, y si se avisa a una dotación y luego hay una alerta real, no se hace un uso eficiente de los medios. En este sector, 10 minutos son muy importantes”, protesta Sara Mateos. Esaú Escolar reitera que son frecuentes las falsas alarmas. El portavoz de la Asociación autonómica de Trabajadores Forestales explica que no se pueden comparar la información que dan las cámaras con la que proporcionan las personas: “El conocimiento del terreno y de los vientos que tiene un puesto de vigilancia no se puede sustituir con una cámara. Son puestos muy necesarios”, reivindica. Según fuentes consultadas por elDiario.es, este lunes, con 15 incendios activos en León, solo había personal para vigilar en siete de ellos porque no había medios para hacer las labores de extinción. “En los incendios de Fasgar y Riofrío de estos días, los puestos de vigilancia estaban vacíos”, concluye Mateos. “Que la Junta de Castilla y León no nos venda humo, que bastante humo tragamos todos los días”, reclama el portavoz de la asociación autonómica de Trabajadores Forestales.