La ‘sequía flash’ que explica la voracidad de la ola de incendios que arrasa España

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El calor severo seca la vegetación y el suelo de manera inusualmente rápida, lo que crea las condiciones para que la plantas ardan con alta intensidad y con una gran velocidad de propagaciónEspaña, ante una sucesión de incendios devastadores: “Tenemos todos los ingredientes para el cóctel molotov” De repente, una sequía. En unas semanas, un calor extremo ha secado la vegetación y chupado la humedad del suelo, generando un enorme riesgo de grandes incendios simultáneos. Una sequía flash está detrás de los fuegos que queman múltiples zonas de España, según analizan los expertos. La flash drought, una sequía repentina, “ha convertido la vegetación en combustible, es decir, ha incrementado la propensión de la vegetación a arder con alta intensidad y velocidad de propagación”, explica la catedrática de Análisis Geográfico Regional Cristina Montiel. Esta desecación veloz –en contraste con las sequías clásicas que se desarrollan progresivamente– viene provocada por “el impacto que el calor fuera de los registros tiene sobre las plantas y sobre el suelo” –detalla Montiel–. Eso hace que el agua se evapore de las plantas y del terreno, porque cuanto más calor hace, más capacidad tiene la atmósfera de absorber la humedad y secar el ambiente. !function(){"use strict";window.addEventListener("message",function(a){if(void 0!==a.data["datawrapper-height"]){var e=document.querySelectorAll("iframe");for(var t in a.data["datawrapper-height"])for(var r,i=0;r=e[i];i++)if(r.contentWindow===a.source){var d=a.data["datawrapper-height"][t]+"px";r.style.height=d}}})}(); “El desencadenamiento de este tipo de eventos de sequía responde tanto a fuertes déficits de precipitación como a incrementos anómalos de la demanda evaporativa por parte de la atmósfera”, según explica esta investigación de la Universidad de Zaragoza (UNIZAR). En otras palabras, no es solo que no haya llovido, sino que el calor extremo se ha llevado de golpe la humedad que ya había. De esta manera, “en las regiones secas (limitadas en agua) del centro y sur de España, la demanda evaporativa de la atmósfera desempeña un papel esencial en el desencadenamiento de la sequía repentina durante la estación cálida”, remata la tesis de la UNIZAR. !function(){"use strict";window.addEventListener("message",function(a){if(void 0!==a.data["datawrapper-height"]){var e=document.querySelectorAll("iframe");for(var t in a.data["datawrapper-height"])for(var r,i=0;r=e[i];i++)if(r.contentWindow===a.source){var d=a.data["datawrapper-height"][t]+"px";r.style.height=d}}})}(); La península ibérica experimenta una ola de calor intensa y prolongada desde que comenzó el mes de agosto, es decir, encadena días y días con temperaturas mucho más altas que las esperables a estas alturas del año –cuando ya son muy cálidas de por sí–. Los datos acumulados por la Aemet ilustran hasta qué punto España está seca estos días. El mapa de evapotranspiración muestra altos niveles extendidos por España entre el 30 de julio y el 5 de agosto. La situación, lejos de aliviarse, ha empeorado después. Y si se mira el mapa de la humedad del suelo en su capa superficial para ese 5 de agosto (último dato disponible) se comprueba cómo casi todo el territorio está “muy seco” (entre el 0% y el 10% de humedad). La ola de calor de agosto ha llegado después de que el pasado junio fuera el junio más caluroso medido en España. En la península la temperatura media estuvo 3,6ºC por encima del promedio. “Extremadamente cálido”, lo calificó la Aemet. También fue seco en la península y Canarias y extremadamente seco en Baleares. Después, julio tuvo “carácter cálido” porque, si bien el final del mes fue más frío de lo habitual, “el anómalo calor de las primeras dos semanas ha tenido más peso en el balance mensual”, ha explicado la Aemet. Y si en el este peninsular hubo lluvias abundantes, “en el resto hubo pocas lluvias”. “Los impactos de las sequías repentinas pueden ser más severos debido a su potencial para incrementar los incendios forestales”, según describe este análisis del fenómeno publicado en Nature. Y además, “son cada vez más habituales”, concluyó otro estudio sobre cómo el mundo está evolucionando hacia las sequías repentinas en un contexto de cambio climático: “La transición está asociada a las anomalías amplificadas en la evapotranspiración y el déficit de lluvias causadas por el cambio climático provocado por los seres humanos”. La relación entre las flash droughts y los incendios forestales está casi en el origen mismo de la descripción de este fenómeno. De hecho, se ha establecido que una sequía repentina en 2017 que atravesó las grandes llanuras de EEUU y praderas de Canadá derivó en 1,9 millones de hectáreas abrasadas. !function(){"use strict";window.addEventListener("message",function(a){if(void 0!==a.data["datawrapper-height"]){var e=document.querySelectorAll("iframe");for(var t in a.data["datawrapper-height"])for(var r,i=0;r=e[i];i++)if(r.contentWindow===a.source){var d=a.data["datawrapper-height"][t]+"px";r.style.height=d}}})}(); Así que este episodio de sequía repentina ha impactado en la península a pesar de que el nivel global de lluvias de este año hace que no haya sequía hídrica. “Hay que estar muy alerta”, indica la catedrática Montiel. Y una vez que el terreno y las plantas se han resecado, los vientos y las tormentas secas consuman el escenario meteorológico necesario para que se disparen grandes incendios forestales en diferentes localizaciones. Cuando aparece una chispa, arde este cóctel molotov. Y como subraya Cristina Montiel, “es lo que está ocurriendo”. La consecuencia es que un año que pintaba benigno en cuanto a superficie quemada hasta el mes de mayo está acumulando hectáreas carbonizadas a base de grandes incendios. De momento, al menos 69.000 hectáreas de terreno forestal afectadas por las llamas. !function(){"use strict";window.addEventListener("message",function(a){if(void 0!==a.data["datawrapper-height"]){var e=document.querySelectorAll("iframe");for(var t in a.data["datawrapper-height"])for(var r,i=0;r=e[i];i++)if(r.contentWindow===a.source){var d=a.data["datawrapper-height"][t]+"px";r.style.height=d}}})}(); El fuego que quemó el Patrimonio Mundial de Las Médulas en León ha copado titulares, pero desde que las llamas destruyeron ese paraje, un incendio en la localidad madrileña de Tres Cantos le ha costado la vida a una persona además de arrasar más de 1.500 hectáreas (lo que supone otro gran incendio para la lista), otro siniestro obligó a desalojar la urbanización Atlanterra cerca de Tarifa y a cortar la conexión ferroviaria de alta velocidad con Galicia. 5.000 personas fueron evacuadas en el sur de León por el incendio que llegaba desde Zamora. La multiplicación de focos hizo que este martes, el Ministerio del Interior decretara la fase de pre emergencia, en situación operativa 1, del Plan Estatal General de Emergencias.