La Unidad Médica Basauri fue fundada hace más de dos décadas por los padres de Saraí Hernández Pacheco, quienes desde un principio se dedicaron a brindar atención médica en la colonia Nezahualcóyotl, enfocándose en apoyar a la gente que llegaba del interior del país en condiciones vulnerables.LEE ADEMÁS: Edomex aumenta tarifa del transporte público: conoce el nuevo precio del pasajeCon el tiempo, ese pequeño consultorio familiar fue creciendo hasta convertirse en la clínica que hoy dirige Saraí. Su familia siempre ha tenido el compromiso de ofrecer servicio de calidad, con un enfoque humanitario que se refleja en la atención que brindan no solo a la población local, sino también a los migrantes que en los últimos años comenzaron a llegar a la zona.“Hace casi tres años, empecé a notar en la colonia la presencia creciente de migrantes, sobre todo haitianos, que llegaban en condiciones muy precarias y sin apoyo. Al principio me llamó la atención ver a estas personas viviendo hacinadas en pequeños cuartos, aislados del mundo y expuestos al frío, muchos con ropa inapropiada para el clima, sin trabajo y sufriendo dolores físicos y enfermedades. Fue cuando me acerqué a un niño haitiano llamado Julio Valerio, quien me contó que eran 19 migrantes esperando obtener papeles para continuar su viaje hacia Estados Unidos. Decidí abrirles las puertas de la clínica para ofrecerles atención médica, conscientes de que la mayoría venía de situaciones de extrema pobreza y vulnerabilidad.La mayoría de ellos sufría dolores musculares por dormir en el suelo y por las largas jornadas de viaje, además de problemas respiratorios causados por el frío y la mala alimentación. Algunos también padecían parasitosis y desnutrición, consecuencias directas de la travesía y las condiciones sanitarias precarias por las que habían pasado. Les ofrecimos consultas gratuitas y les dimos medicamentos de muestra para aliviar sus padecimientos.Pero la ayuda médica no fue lo único que se busca ofrecer. También los apoya en conseguir trabajo; algunos comenzaron a colaborar en tintorerías, otros con ingenieros biomédicos, y algunos trabajan en la clínica misma. “Con los ingresos de la clínica pudimos apoyarlos en sus medicamentos y en mejorar sus condiciones de vida, para que pudieran sostenerse mientras esperaban avanzar en su proceso migratorio. Poco a poco, algunos lograron continuar su camino o regresar a sus países, quedando solo unas pocas personas”, explica.Casos de éxitoVanessa Daniela Alejo Puentes, una mujer venezolana de 29 años, decidió salir de su país por la crisis económica que afectaba su vida y la de su hija de siete años. Durante su travesía enfrentó la xenofobia, el hambre y la incertidumbre, además de riesgos en zonas fronterizas y refugios precarios. “Me sacaron ilegalmente de una zona fronteriza en Panamá y estuve meses viviendo con gente de la Cruz Roja para evitar la deportación”, cuenta. A pesar de las adversidades, la esperanza la mantuvo firme, y finalmente logró establecerse en México con su hija, tras obtener la residencia permanente.Sin embargo, la llegada no significó el fin de sus dificultades. Cuando su hija enfermó con fiebre alta, vómito y diarrea, Vanessa enfrentó la barrera del sistema de salud, que en hospitales públicos les negó atención por falta de documentos migratorios. Fue entonces cuando encontró apoyo en la doctora Saraí, quien atiende a migrantes con un trato humano y digno. “La doctora nos ayudó sin pensarlo dos veces. La vida de mi hija se la debo a ella”, expresa agradecida Vanessa.Por otro lado, Manuel Villanueva, un estilista integral de 26 años, comparte también su experiencia migratoria. “Salí de Venezuela hace ocho años, cuando tenía 17. La calidad de vida fuera del país es muy diferente; en Venezuela la situación es caótica: supermercados con límite de compra y largas filas, salarios que no alcanzan para vivir”, describe.Manuel cuenta que su familia decidió quedarse en Venezuela, pero él tomó la difícil decisión de buscar un mejor futuro. “Aquí he trabajado duro, he soportado muchas cosas, pero es necesario para salir adelante”, dice. Su viaje lo llevó por Ecuador y otros países, enfrentando riesgos y dificultades, incluso un secuestro en México. “El camino fue duro, no se lo recomendaría a nadie”, advierte.Respecto a la atención médica durante su travesía, menciona que solo en algunos países como Panamá o Costa Rica recibieron apoyo; el resto fue “sálvese quien pueda”. En México, ha tenido experiencias mixtas con el sistema de salud, enfrentando a veces actitudes discriminatorias. Sin embargo, valora la atención imparcial que encontró en la clínica de la doctora Saraí, donde ha acudido por dolores articulares causados por su trabajo.De esta forma, la clínica se convirtió en un espacio de apoyo y esperanza. “Recibimos donaciones, como comida y medicinas, y buscamos mejores condiciones para los migrantes. Creo que es importante que el mundo conozca esta realidad y se unan esfuerzos para ayudar”, comenta con orgullo la doctora Saraí.The post Unidad Médica Basauri: refugio de salud y esperanza para migrantes first appeared on Ovaciones.