La rápida extinción del incendio que el pasado viernes amenazó la Mezquita-Catedral de Córdoba y sus 12 siglos de historia no ha disminuido la atención sobre este monumento, patrimonio de la humanidad. Su singularidad, al tratarse del mayor templo de Europa -la basílica de San Pedro del Vaticano cabría dentro de sus muros- y de uno de los máximos exponentes de la arquitectura islámica y andalusí, obliga a que todos los pasos que se den a continuación -determinar el origen del fuego y el alcance de la afección patrimonial provocada por las llamas y cómo se acometa su recuperación- sean observados con profundidad para que el proceso se haga siguiendo los parámetros correspondientes a un bien patrimonio de la humanidad y se adopten las medidas necesarias para evitar que sucesos similares vuelvan a producirse.Seguir leyendo