En verano no hay fruta más popular que la sandía. Su color vibrante, su textura acuosa y su dulzor natural la convierten en la reina de los postres frescos, meriendas en la playa o picoteos saludables. Incluso es un gran analgésico contra el dolor de cabeza . Pero si alguna vez has sentido que la sandía «no sabe a nada» o que está un poco insípida… prueba esto: añade una pizca de sal antes de hincarle el diente. Sí, sal. Lo que parece un contraste sorprendente es en realidad un truco gastronómico que lleva años usándose en muchas culturas, y que funciona como magia. Puede sonar contradictorio, pero un toque sutil de sal no convierte la sandía en un bocado salado. De hecho, la sal potencia el dulzor natural de la fruta. Esto ocurre porque el sodio actúa sobre los receptores gustativos de la lengua, inhibiendo la percepción del amargor y amplificando la sensación de dulzor. Además, ayuda a que la pulpa parezca aún más jugosa al contacto con la boca. Este mismo principio se aplica en la alta cocina con otras combinaciones curiosas: chocolate con sal marina, caramelo salado, frutas tropicales con escamas de sal o incluso cócteles con bordes salados. La clave está en las proporciones: no se trata de salar como si fuera una ensalada, sino de usar una pizca mínima, apenas perceptible al tacto, que potencie el sabor en lugar de dominarlo. En países como México, India o Filipinas es habitual comer frutas como la sandía, el mango o la piña acompañadas de sal, chile o lima. No sólo por una cuestión de tradición culinaria, sino porque el contraste de sabores realza la experiencia gustativa. Incluso chefs internacionales han incluido versiones de sandía con flor de sal, hierbas frescas o reducción de vinagre balsámico en platos gourmet veraniegos. Añadir sal a la sandía es algo más que una mejora sensorial, también es una forma de apreciar sus matices más allá del azúcar natural , como su ligera acidez o su componente herbáceo, especialmente si se consume bien madura. La clave está en la sutileza. Lo ideal es usar sal en escamas o sal marina fina, que se disuelva fácilmente sobre la superficie de la fruta. Corta la sandía en triángulos o cubos, espolvorea una mínima cantidad de sal y deja reposar un par de minutos para que se integren los sabores. Si te gusta experimentar, puedes añadir también un toque de menta fresca, unas gotas de limón o incluso un chorrito de aceite de oliva virgen extra para una versión más sofisticada. Este pequeño gesto cambiará tu forma de comer sandía y puede convertirla en un entrante refrescante o en un postre sorprendente para tus invitados. A veces los mejores trucos son los más simples. La sal, en dosis mínimas, puede transformar por completo tu percepción del sabor, y la sandía es el ejemplo perfecto. No se trata de romper tradiciones, sino de jugar con ellas, de redescubrir los alimentos de siempre desde otro ángulo. Si este verano quieres que tu sandía sepa mejor que nunca, ya sabes qué hacer: una pizca de sal... y a disfrutar. Y si la sandía es una de tus frutas favoritas, en GURMÉ te damos ideas para que la disfrutes de una manera diferente con recetas como la del batido de sandía , la de ensalada de sandía o la de sandía caramelizada , donde también encontrarás sabores deliciosos.