Hasta donde sabíamos, bastante poco, para variar, no era amigo ni venía de parte de nadie. Iba más o menos por libre y llegó a ABC en un tiempo en que el columnismo, entonces contenedor de la excelencia y la meritocracia, restos orgánicos, casi reliquias, no atendía a los criterios pandilleros que hoy lo pervierten y puerilizan. ¿Contra quién íbamos? Prada lo tenía claro. Se lo dejó dicho y escrito Santiago Castelo, subdirector de sus cosas y profesional del recreo, en una de las piezas mejor rematadas de su poemario póstumo. «Somos la mezcla rara que desnorta:/ buen vividor, católico... y maldito./ Anatema sin más y al infinito/ se lanzan las infamias. No se acorta/ la lengua en el ataque... Ver Más