Rocky te miente: la peligrosa trampa de entrenar deportes de combate como en las películas

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«Si quieres entrenar como Rocky Balboa, olvídate de dedicarte a las artes marciales». Así de rotundo es Ignacio González, más conocido en redes como 'ignapro.fight' cuando se le pregunta por las famosas escenas de entrenamiento de Rocky. Y es que, para él, las películas que tantos corazones conquistaron también sembraron una mentalidad errónea , e incluso peligrosa en las generaciones de luchadores que vinieron después. Las palabras de Ignacio vienen, a pesar de su corta edad, de la experiencia. A sus 21 años ya se encuentra trabajando como preparador físico después de haberse formado en un técnico superior en acondicionamiento físico y contar con un máster en entrenamiento personal y una reciente certificación del UFC Performance Institute . Pero toda esta experiencia se dirige a una misma dirección: la preparación física adaptada a los deportes de contacto. Lleva ya varios años diseñando programas para peleadores profesionales y amateurs, como Omar Morabet, adaptando cada ejercicio a las necesidades reales de su deporte, lejos de los clichés del cine. Durante décadas, el llamado séptimo arte, así como entrenadores de 'la vieja escuela' han moldeado la imaginación de quienes sueñan con subir al ring o al octágono. Imágenes icónicas de Sylvester Stallone corriendo por la ciudad de Filadelfia, bebiendo huevos crudos a primera hora de la mañana y boxeando sin guantes se grabaron en la mente de miles e incluso millones de personas, dado el éxito de estas producciones. «Los golpes en el abdomen quizá tengan algo de sentido», concede Ignacio, «pero el resto… Si quieres entrenar como Rocky Balboa, no te vas a dedicar nunca a las artes marciales ». El problema no es solo que estas prácticas sean ineficaces, sino que pueden ser directamente dañinas para el atleta. «Nunca vas a ver a un Ilia Topuria pegándole a un saco sin guantes porque sabe que se puede partir la muñeca. Partirse los nudillos o las tibias, entrenar hasta vomitar o correr horas y horas… eso no te acerca a tus objetivos», asegura. Según explica, el cine vendió una mentalidad de « yo soy más que nadie porque me he roto los nudillos », pero la realidad es otra: el que llega lejos lo hace entrenando con la cabeza. También es importante señalar que muchas de estas prácticas no vienen solo del cine, sino de épocas pasadas en las que no se tenía tanto conocimiento sobre los entrenamientos. El mismo Mike Tyson , bajo las órdenes del legendario Cus D'Amato, también pecaba de, por ejemplo, correr grandes distancias. Ignacio ha visto de primera mano las consecuencias de estos mitos. Llegan a él peleadores que, antes de contratarle, han seguido programas improvisados, basados en métodos anticuados o en entrenos de culturismo, otro de los grandes fallos. «Van al gimnasio, el monitor, poco formado en artes marciales, les manda a entrenar hasta el fallo muscular, tocan todos los grupos en una sola sesión, y al día siguiente están reventados para el sparring. Eso no tiene ningún beneficio para el rendimiento deportivo». Uno de los grandes errores, cuenta, es confundir los deportes de combate con otras disciplinas. A menudo los luchadores entrenan como si fueran culturistas. Ahí, lo que se busca no es mejorar el rendimiento deportivo, sino llegar a la fatiga muscular y mejorar la estética. « En los deportes de contacto se trata de ser rápido, explosivo y resistente . Aquí lo importante es trabajar lejos del fallo muscular, con ejercicios balísticos, pliométricos, rangos de repeticiones variados, cargas altas, pero con la máxima velocidad posible». Otro mito muy extendido es el del cardio continuo. «Muchos preparadores mandan correr largas distancias a ritmo constante todos los días. Pero los deportes de combate son intermitentes: ráfagas de alta intensidad y breves descansos. Prepararte para eso te hace más eficiente y te permite pensar en el combate». Las ciencias del deporte avanzan, y quien se queda anclado en Rocky o Bruce Lee y la vieja escuela pierde el tren. Aun así, no hay que dejarse grandes desembolsos en la última tecnología. «Por ejemplo, Ilia tiene un equipo muy especializado en todo. Pero esto no lo tiene cualquiera. Tenemos que priorizar lo importante. Antes que un fisioterapeuta o un deontólogo deportivo, lo cual es muy avanzado, está la preparación física, un buen descanso y una buena nutrición. Fin», aclara Ignacio. Él mismo recuerda la reflexión de Agustín Climent durante el campamento de Ilia Topuria contra Josh Emmett : «No sabes la cantidad de tiempo que hemos perdido haciendo saunas con toda la ropa, entrenos que no sirven para nada. Si hubiéramos trabajado bien desde el principio, Ilia quizá habría sido campeón a los 24 y no a los 27» No solo avanza la maquinaria, el conocimiento también. Otro error común inspirado por Rocky es pensar que lo único importante es ser fuerte y aguantar golpes. De hecho, el daño que el protagonista recibe en las películas sin caer noqueado es algo irreal de por sí. Para Ignacio, la preparación física es mucho más compleja. «Hay que trabajar las cinco capacidades: f uerza, resistencia, velocidad, coordinación y flexibilidad . Si fallas en una, tu rival te puede superar». La movilidad, por ejemplo, es clave para prevenir lesiones y ejecutar golpes con eficacia. En sus programas, dedica entre 10 y 20 minutos a la movilidad antes de las pesas, y en algunos casos incluso establece rutinas diarias nada más levantarse. También insiste en prestar atención a grupos musculares olvidados como el cuello, fundamental para absorber golpes y evitar nocauts, la zona lumbar, clave para no lesionarse, y el core, que transfiere la potencia desde las piernas hasta los puños o las rodillas. Incluso el entrenamiento visual, con simples ejercicios como lanzar y atrapar pelotas de tenis, puede marcar la diferencia. Ignacio también desmonta la idea de que entrenar más horas y más días es mejor. Los menos iniciados llegan con la mentalidad de «siete días a la semana, tres o cuatro horas diarias», cuando, en realidad, eso es una receta para el desastre. «Vas a durar un cuarto de hora en el combate. En el segundo asalto ya estás con la lengua fuera… si no te has lesionado antes». Él recomienda, para un amateur que estudia o trabaja, unas siete sesiones semanales bien estructuradas: cuatro de técnica y tres de preparación física. Para los más avanzados, los entrenamientos pueden duplicarse en un día, pero siempre dejando unas seis horas entre sesiones para evitar interferencias. Fuera de temporada, sugiere priorizar la base física, mientras que cuando se acerca un combate, la técnica y la táctica pasan al frente. Ignacio no es el único que ha visto el daño que hace la vieja escuela. « Los métodos de Rocky se están quedando muy anticuados », dice. Y aunque reconoce que no todos pueden permitirse un equipo completo, anima a los peleadores a invertir en profesionales desde el principio. «Rodéate de los mejores. Si no tienes los recursos ahora, haz lo que sea por conseguirlos, porque te va a ahorrar disgustos, errores y costes de salud. Eso sí te acerca a tus objetivos». Al final, asegura, el cine seguirá vendiendo la idea de que el sacrificio extremo y el dolor son el camino, pero en la realidad, los campeones son los que saben cuándo parar, cómo recuperarse y qué entrenar. En sus palabras: «La preparación física moderna no es solo sudar más que nadie, es saber qué hacer y por qué hacerlo». Ignacio González es parte de una generación que busca dejar atrás los mitos de Rocky y construir una cultura de entrenamiento más científica y efectiva. Mientras las escaleras de Filadelfia seguirán siendo un símbolo de esfuerzo, en los gimnasios donde se forjan campeones reales, el sudor ahora se acompaña de estrategia, datos y cabeza. Porque, como dice Ignacio, « entrenar con cabeza es la única forma de llegar lejos ».