En unas horas, subiré a un vuelo con destino a Lima, la ciudad del polvo y la niebla, la ciudad de la que escapé y a la que, sin embargo, siempre vuelvo. Llevo dos años sin visitarla. Si bien me hace ilusión pasar unos días allá, también me ataca el miedo y, corto de bravura, me pregunto si habré de arrepentirme. Viajo por dos razones que me parecen poderosas: la primera, que dos años son muchos sin ver a mi madre, pues ella tiene ya ochenta y cinco, aunque está espléndida, bien de la cabeza y mejor de ánimo, y extraño estar a su lado, ver el amor en su mirada y sentir cuando me mira que vuelvo a ser... Ver Más