En las palabras caben muchas cosas. Se enreda en ellas la vida de cada persona a lo largo del tiempo y el espacio, y su significado se mezcla con la memoria, las razones y los sentimientos que conforman una identidad. Pienso en la palabra hasta y recuerdo que el diccionario de la RAE la define como una proposición en español que indica el límite final de algo, ya sea en tiempo, espacio, cantidad o grado. Esta relación con los límites hace que se mezcle con facilidad en los estados de ánimo, porque los territorios y las sucesivas formas de ser y estar se llenan de fronteras, aduanas, aranceles y posibles tensiones en el interior y en el exterior. La política española es ahora un estado de ánimo.Como la preposición hasta forma parte del amor y sus ilusiones, recuerdo la frase hasta que la muerte nos separe, que yo no sentí gracias a unos votos matrimoniales cristianos, sino en medio de un abrazo, un beso y una noche compartida con las sábanas y las ropas a los pies de una cama. Hay cosas, personas, sentimientos que pasan a formar parte de la propia identidad y que nos definen hasta el final. Ocurre con el amor, también con algunos sentimientos sociales, algunos gustos literarios, magisterios, causas que defender o denunciar. Con Kant aprendí una metafísica de las costumbres en la que el amor al prójimo está unido de forma íntima al respeto por uno mismo. No, sin perderse el respeto a uno mismo, no se puede apoyar un genocidio, cerrar los ojos ante el maltrato a las personas migrantes, negociar con la violencia de género, emitir bulos, llenar de basura el periodismo, defender la desigualdad y ponerse de parte de los ricos que defraudan a Hacienda. Sospecho que pensaré como pienso hasta que la muerte me separe de mí, como ya me separó de mi amor.Eso no significa vivir paralizado. Empecé a viajar muy pronto y me acostumbré a otra frase con la preposición hasta. Se escucha en los aviones: permanezcan con el cinturón abrochado hasta que la señal luminosa se apague. Las ganas de conocer mundo, de volar entre los matices, de despegar y aterrizar forman parte de la luz del conocimiento. Es bueno mantener relaciones amistosas con la curiosidad. Pero conviene mantener el cinturón abrochado en los vuelos de la luz para que las nuevas verdades no se conviertan en fraudes y las situaciones inestables no desemboquen en una catástrofe de traiciones interiores, soberbias, egoísmos y bombardeos. El respeto a uno mismo y a los demás permite viajar, cambiar de tierra, matizar, pero evita que saltemos por los aires como una marioneta manejada por el enemigo. Por desgracia vivimos en un mundo que ha decidido hacer que todo salte por los aires, el derecho internacional, el respeto a los seres humanos, la cortesía democrática. Estamos en una casa de fieras. Es verdad que la histeria del adversario, convertido en enemigo furioso, sirve para detectar lo que uno está haciendo bien. La ira del pseudoperiodismo de extrema derecha contra la política exterior española y contra la cultura es una prueba de que la cultura supone un valor importante para la conciencia democrática y que el Gobierno está acertando al denunciar el genocidio en Gaza y al negarse a sacrificar las inversiones sociales en favor de los gastos militares. Pero con tanta demagogia y tanta basura en grado e intensidad, pueden hacernos acabar hasta los cojo…. Otra frase común de la preposición hasta. Vigilante de los peligros machistas en sus rotundidades, ahora prefiero decir que me tienen hasta el coñ…Pero siempre se puede mejorar en los estados de ánimo. Julio ha llamado a la puerta y me pide que recuerde la Bahía de Cádiz, mi Bahía, la luz, el mar, los pinares, las dunas, la relación humana con las simpatías de la vida y de las palabras. Así que, en estado de calma, prefiero decirme a mí mismo que la zafiedad del mundo me tiene hasta el chichi.