El binomio presidencial argentino está quebrado sin retorno. La vicepresidenta, Victoria Villarruel, rompió definitivamente con Javier Milei. No lo hizo con una carta formal o un discurso. Optó por un camino indirecto, pero igual de efectivo: durante varias horas, ya cerca de la madrugada del sábado, respondió en Instagram a decenas de mensajes que la acusaban de “traición” por habilitar, como titular del Senado, una sesión que terminó con una serie de leyes que suben el gasto fiscal. La votación fue una dura derrota para Milei, que ha hecho del superávit una religión. Los intercambios escalaron y Villarruel fue mucho más allá de justificar su papel en el Senado. Dijo que si Milei estaba tan preocupado por el superávit fiscal debería “ahorrar en viajes y en la SIDE”, una referencia a los fondos extraordinarios que el ultraderechista destina a los servicios de inteligencia del Estado. Lo tildó además de infantil y maleducado y lo acusó de no conocer las urgencias de los argentinos porque vive recluido en la residencia presidencial, “un palacio” que lo mantiene aislado del mundo.Seguir leyendo