El enigma de Yonaguni: La 'Atlántida japonesa' que atrae a curiosos y expertos

Wait 5 sec.

A unos 25 metros de profundidad, en aguas cercanas a las islas Ryukyu, al sur de Japón , se esconde una de las formaciones submarinas más enigmáticas del planeta. Se trata de unas gigantescas estructuras de piedra con líneas sorprendentemente rectas y rampas que se extienden a lo largo de 200 metros, y cuya forma parece tener la forma de una pirámide. El hallazgo se remonta a 1986, cuando el instructor de buceo Kihachiro Aratake exploraba la zona frente a las costas de la isla japonesa de Yonaguni, a unos 100 kilómetros al este de Taiwán. Durante la inmersión, creyó distinguir una escalera de caracol entre las formaciones rocosas. Había encontrado lo que hoy se conoce como el monumento de Yonaguni, apodado por muchos como la «Atlántida japonesa». Desde entonces, el debate sobre si se trata de una estructura natural o construida por el ser humano ha sido constante. Uno de los principales defensores de su origen artificial es Masaaki Kimura, profesor emérito de geofísica en la Universidad de Ryukyu, quien ha investigado el sitio durante décadas. Kimura sostiene que las formaciones podrían ser los restos de una ciudad antigua, posiblemente construida por el pueblo Jōmon hace más de 10.000 años. «El lugar me recordó de inmediato a las pirámides. Sentí como si estuviera en el antiguo Egipto», afirmó en un documental de 2017. Según su teoría, marcas en la roca que parecen hechas por herramientas, estructuras que asemejan animales, o incluso lo que Kimura consideraba una esfinge submarina con rasgos de un rey de Okinawa o de China antigua, podrían ser pruebas de su origen humano. Kimura también sugiere que un tsunami como el de 1771, que generó olas de hasta 40 metros, podría haber sumergido estas construcciones en una época en la que el nivel del mar era más bajo y la zona aún estaba por encima del agua. Para respaldar esta hipótesis se ha llegado a señalar la presencia de entradas arqueadas, ángulos rectos y estructuras simétricas difíciles de explicar por procesos puramente naturales. «Creo que es muy difícil atribuir todo esto a la erosión, por la amplia evidencia de influencia humana sobre las formas», declaró a la BBC. Sin embargo, otros expertos discrepan. El geólogo Robert Schoch, de la Universidad de Boston, sostiene que las supuestas líneas rectas y ángulos precisos no son tan regulares como se dice. «Es geología básica. La estratigrafía de la arenisca tiende a fracturarse en planos rectos, especialmente en zonas con alta actividad tectónica», afirmó en una entrevista con 'National Geographic'. En la misma línea se pronuncia Wolf Wichmann, geólogo y buceador profesional. Según él, elementos como canales de oleaje, perforaciones hechas por erizos de mar y conchas, o recubrimientos naturales en la roca, muestran patrones típicos de erosión marina. Llegó a explicar que las superficies y paredes siguen las zonas débiles naturales de la roca sedimentaria y las fracturas perpendiculares que se desarrollan con el tiempo». Takayuki Ogata, científico también de la Universidad de Ryukyu, añade cuando vio las formaciones por primera vez, notó que se asemejaban a formaciones terrestres comunes. Lo que más le sorprendió fue que se extendieran desde tierra firme hasta el fondo marino. Para él, la estructura parece parte de un macizo rocoso más grande en un proceso de formación natural y gradual. Mientras que el geólogo Robert Schoch de la Universidad de Boston, llegó a afirmar que lo más probable es que se trate de una formación natural, modificada por los seres humanos. Las rocas de la zona —dice— presentan planos de estratificación bien definidos, junto con numerosas líneas paralelas y fracturas verticales, comunes en regiones sísmicas como las de la región. Y los terremotos tienden a fracturar las rocas de manera regular, creando formas que pueden parecer artificiales. Mientras tanto, el misterio del monumento de Yonaguni sigue vivo. Aunque gana fuerza la teoría de que se trata de una formación natural , muchos siguen fascinados por la posibilidad de que una civilización poco conocida haya dejado su huella bajo el océano. La leyenda continúa atrayendo a investigadores, buceadores y curiosos que buscan nuevas pistas sobre su origen.