En ' First Dates' tan cierto es el dicho de que los polos opuestos se atraen como que a veces la afinidad no es suficiente para que surja la chispa. Este fue lo que sucedió con Paola (68), una italiana de nacimiento y española de corazón, en su cita con Carlos (69). Paola es química jubilada, estudiante y modelo y está afincada en Málaga. Hace un año y medio visitó Andalucía, un viaje que le cambió la vida. De repente, sintió el impulso irrefrenable de dejarlo todo. Se marchó de Milán sin hablar nada de español y con dos maletas como toda pertenencia, pero siente que por primera vez en su vida está haciendo lo que le da la gana. Se siente una mujer con suerte por haber encontrado muy buenos amigos en su nuevo hogar. Lo que pasa es casi todos son gays, por eso cree que no ha surgido nada más en el plano amoroso. «He tenido algún rollito, pero a mi edad necesito algo más que sexo», comentó en su presentación. A poder ser, un hombre «especial, inteligente, culto, sensible, respetuoso y cariñoso». La soltera conoció en el 'resort' del programa de Mediaset a Carlos (69), un grafista jubilado y terapeuta holístico de Madrid que no dejó indiferente a Carlos Sobera con su oriental atuendo. «La ropa que llevo es uno de los conjuntos que utilizo cuando hago los baños de gong y de cuencos tibetanos», explicó. A priori los comensales vibraban parecido, al menos en sus inclinaciones por las disciplinas tradicionales y espirituales. De hecho, Paola le debe al yoga el poder andar. «Me decían que iba a acabar en una silla de ruedas. Ahora puedo moverme, caminar horas y vivir bien. El yoga ha cambiado mi vida», relató al equipo del 'dating show'. Pero si bien en teoría Carlo s y Paola encajaban en sus formas de ver la vida y las relaciones, la cita careció de lo más importante para que la relación funcionara: química. Al menos por parte del madrileño, que aunque admitió que tenia una bonita sonrisa, no la consideraba el tipo de mujer que quería «para seguir avanzando». Así, considerando que a la pareja les estaba faltando un poquito de contacto, 'First Dates' trasladó la velada al reservado, cuya intimidad, sin embargo, los solteros no aprovecharon para seducirse mutuamente, sino para realizar algo que jamás habían visto antes las paredes del restaurante: un baño de gong. Carlo s practicó con Paola la terapia de sonido que utiliza las vibraciones del instrumento para inducir relajación. No conseguiría su propósito de encontrar el amor, pero al menos la soltera se marchó del programa con un buen chute de relajación y bienestar, como ella misma reseñó. «Me sentía como en otra dimensión. He perdido también la orientación espacial por un instante».