Seis horas de quirófano le dejaron hace apenas unos meses gran una cicatriz a Óscar Higares en la espalda, «pero tengo cornadas más grandes». Fue una cirugía compleja , una artrodesis lumbar. Como todos los toreros, su recuperación fue rápida y completa porque su cuerpo está acostumbrado a los milagros, aunque también es cierto que él puso de su parte con una actitud positiva: «Desde el principio le pregunté al médico si podía forzar y no he dejado de entrenar, de jugar al golf o al tenis». A pesar de todo, no había vuelto a pisar una pasarela hasta que, el mes pasado, La Terremoto de Alcorcón le llamó para desfilar en la Torrevieja Weekend que organiza Eduardo Navarrete : «Llevaba un mono de tela mallorquina maravilloso con el que caminé esos 300 metros del Paseo de Vistalegre. Lo disfruté mucho. Ya solo hago cosas por mis amigos y para divertirme». Óscar se define como «un hombre de muchas inquietudes, con ganas de aprender, con capacidad para adaptarse. He ido absorbiendo experiencias que me han permitido el crecimiento personal. He trabajado con grandes estrellas del cine y la televisión a las órdenes de magníficos directores, eso me ha enseñado a sentir respeto por lo que hago y por el trabajo de los demás». Pero, si pudiera, le gustaría controlar un poco ese impulso que le lleva «a saltar ante situaciones frente a las que debía haber parado un momento, analizarlas y evitar contestar antes de asumir que los demás tienen opiniones que no me gustan, entre otras cosas porque no me conocen, pero que no me deben afectar». Óscar es metódico, disciplinado, «con mis rutinas establecidas , sobre todo por las mañanas». Se considera «muy detallista porque me gusta que los demás sepan que he estado pensando en ellos, aunque sea haciéndoles un pequeño regalo. Por ejemplo, estando en Torrevieja busqué unos detalles para mi mujer y mis hijas para que vieran que están siempre conmigo ». En ese sentido, se confiesa «un romántico de la vieja escuela, como buen Cáncer, que quiere hacer sentir especial a la otra persona». Y no hay nadie más especial en su vida que su familia: «Mi mujer y no nos complementamos . Hemos llegado a ese punto en el que respetamos nuestro espacio y asumimos que no tenemos que hacerlo todo juntos. Cada uno puede disfrutar por su cuenta, aunque al final nos vayamos a recoger a nuestra casa. Eso nos ha permitido crecer, evolucionar, personalmente y como pareja . En cuanto a mis hijas , no puedo estar más orgulloso y tengo plena confianza en ellas. Han aprendido que todo sacrificio tiene su recompensa, son estudiosas, responsables, cariñosas. Los cinco formamos un equipo». Óscar encuentra la paz «en mi casa de Chiclana, porque es mi refugio . Allí está luz, la tranquilidad, el equilibrio». Pero si algo que no soporta, que le saca de quicio, es «la gente que no respeta el espacio del otro, como los que aparcan ocupando dos plazas». Pendiente del estreno de la serie 'La suerte', que se presentará en el Festival de San Sebastián y en la que da vida a un torero retirado, trabaja en una idea: «Me gustaría diseñar unas prendas que sean un reflejo de mi pasión por la moda , de mi personalidad a la hora de vestir». Óscar Higares tiene tantos sueños por cumplir como inquietudes: «No me gusta cerrarme a nada, quiero probarlo todo . Tengo 55 años y todavía no sé qué quiero ser de mayor». El 'emoji' que más usa : «Dudo entre el corazón y el que tiene esa media sonrisa cómplice, que me hace mucha gracia. Siempre para rematar una conversación». Se haría un 'selfie' con : «Con un jefe de una tribu apache. Creo que fui un guerrero indio en otra vida. Pero no es por una cuestión mística, que yo de eso no tengo nada, es solo una intuición». Un sacrificio por la fama : «La intimidad. De pronto valoras la discreción, el anonimato y la libertad que eso conlleva». Un momento 'tierra, trágame' : «De compras en un mercadillo, quise llevarme unas cosas, pero la chica no me hacía ni caso y pensé que no quería vendérmelas. Resultó que era sordomuda». Algo que no puede faltar en su día a día : «Mi gran desayuno. Aunque tenga que rodar a las cuatro de la mañana, porque entonces me levanto a las tres y me tomo mi café con mis tostadas, huevos, fruta, avena y mis complementos (cúrcuma, Omega 3…)». Un propósito : «Aprender idiomas. El inglés sigue siendo siendo mi asignatura pendiente». Un lugar para perderse : «Hay en la Riviera Maya un hotel maravilloso que veo en redes y al que espero ir algún día para pasear descalzo por la arena de la playa. Esa es mi idea del paraíso». Su primer beso : «Con una niña del colegio que me gustaba. No fue un beso de película, de esos con lengua, pero me hizo sentir mayor. Con el corazón latiendo al 1000%. Sintiendo una mezcla de atrevimiento y vergüenza». Tiene miedo a : «Al aburrimiento, a no hacer nada. Me da vida tener siete proyectos a la vez y estar con la cabeza liada». Dentro de 10 años se ve : «Con la hipoteca casi pagada, el pelo blanco, negro como el tizón, paseando por la playa con mis perros. Acompañado de mi mujer y viendo felices a mis hijas. Nada excepcional, pero muy gratificante». El pequeño Óscar : «Era muy bueno, divertido y gracioso. Era el payasete de la familia, con muchas ganas de aprender y volar. Siempre supe que saldría del barrio para no volver, porque lo que buscaba era tener muchas vidas. Y gracias a todas las experiencias reales he podido construir, como actor, esas vidas de ficción. Aunque me he llevado bien con la gente, he sido de tener pocos amigos, pero siempre fieles y, sobre todo, inquietos y con ganas de enredar».