OpenAI no logra levantar cabeza. A la pérdida de talento clave y la demora en su modelo de código abierto, ahora se suma un revés estratégico: el fallido intento de adquirir Windsurf, una prometedora startup de herramientas de desarrollo impulsadas por IA. Mientras tanto, Google ha aprovechado el momento y, con la ayuda indirecta de Microsoft, ha asegurado parte del talento y la tecnología de Windsurf por medio de un acuerdo valorado en 2.400 millones de dólares. El impacto de este movimiento redefine el tablero en la batalla por dominar el desarrollo de software con inteligencia artificial.Windsurf se queda con Google (pero sin venderse)Aunque no hubo adquisición total, Google cerró un acuerdo de licencia no exclusiva para usar la tecnología de Windsurf, lo que le permite mantener su independencia operativa. Más significativo aún: Varun Mohan, CEO y fundador, junto al cofundador Douglas Chen y parte del equipo de I+D, han sido contratados por la compañía de Mountain View. Es una jugada quirúrgica: Google obtiene el conocimiento clave sin asumir el peso completo de la startup.Este tipo de acuerdos, cada vez más comunes en el sector, le permite a Google fortalecer su arsenal sin verse limitado por procesos regulatorios o integraciones pesadas. A cambio, Windsurf mantiene su marca, sus clientes y una hoja de ruta más centrada en el mercado empresarial, según confirmó su nuevo CEO interino, Jeff Wang.El tropiezo de OpenAI: ¿qué salió mal?OpenAI había iniciado conversaciones exclusivas con Windsurf en mayo, con la intención de cerrar una compra por unos 3.000 millones de dólares. El objetivo era claro: reforzar sus herramientas para desarrolladores en un mercado cada vez más competitivo, donde productos como GitHub Copilot, Replit y Cursor dominan la escena.Pero hubo un obstáculo que lo cambió todo: Microsoft.Como principal inversor de OpenAI, Microsoft mantiene ciertos derechos sobre la propiedad intelectual que la startup adquiera. OpenAI no quiso compartir con Microsoft el acceso a la tecnología de Windsurf, lo que generó un conflicto difícil de resolver. Cuando la ventana de exclusividad expiró a principios de julio, Windsurf quedó libre para explorar otras opciones. Y Google no tardó en actuar.En la práctica, Microsoft bloqueó indirectamente la adquisición, evitando que OpenAI fortaleciera su arsenal con tecnología que pudiera competir con su propia solución: GitHub Copilot.Microsoft también juega su carta: Replit y apertura totalLejos de quedarse de brazos cruzados, Microsoft ha estado tejiendo su propia estrategia. Recientemente, cerró una alianza con Replit, la popular plataforma de desarrollo basada en IA, para integrar sus capacidades en Azure. El objetivo: ofrecer a las empresas herramientas sin código para construir y desplegar software completo con solo lenguaje natural.Además, ha hecho un movimiento significativo al liberar como código abierto la extensión GitHub Copilot Chat para Visual Studio Code bajo la licencia MIT. Es una declaración de intenciones que busca consolidar su liderazgo como la plataforma de referencia para el desarrollo asistido por IA.Todo esto ocurre en un contexto tenso entre Microsoft y OpenAI, con fricciones crecientes, especialmente por la llamada cláusula AGI (Inteligencia General Artificial), que regula hasta dónde puede llegar OpenAI sin que Microsoft reclame parte del control o los beneficios.Google refuerza su ofensiva con Gemini y JulesEl movimiento de Google no es casual. La compañía lleva meses reforzando su estrategia en torno a los agentes de desarrollo basados en IA. Su herramienta estrella, Jules, anunciada a finales del año pasado, es capaz de identificar bugs, desarrollar nuevas funcionalidades y validar cambios con pruebas unitarias. Todo esto en colaboración directa con GitHub y gracias al poder de su modelo Gemini 2.5 Pro.A esta propuesta se suma Gemini CLI, un agente en línea de comandos que permite interactuar con el sistema operativo usando lenguaje natural. Con la adquisición del know-how de Windsurf, Google suma una capa adicional de sofisticación a su ecosistema, posicionándose como un competidor serio frente a Microsoft y OpenAI en el terreno del desarrollo inteligente.El caso Windsurf: de startup emergente a pieza claveLa historia de Windsurf es un ejemplo clásico de crecimiento acelerado. En solo dos años, pasó de tener 10.000 usuarios a más de 800.000 desarrolladores activos. Su facturación anual recurrente (ARR) se disparó de 12 millones a 40 millones de dólares en apenas 12 meses, según datos de Sacra.Pese a haber perdido a su fundador, la compañía sigue en pie y con objetivos claros: enfocarse en soluciones empresariales, dejar atrás los productos genéricos para desarrolladores y diferenciarse en un mercado donde cada vez hay más alternativas.Como decía el propio Varun Mohan: “Todas las ideas se deprecian. Lo que te da ventaja no es un hallazgo puntual, sino construir sobre él de forma constante”. Esa filosofía sigue viva en Windsurf, incluso sin su presencia.Cursor, el rival silencioso que todos quieren destronarUna de las razones por las que todas estas grandes compañías se mueven con tanta rapidez es Cursor, un editor impulsado por IA que ha ganado enorme tracción entre desarrolladores. Originalmente conocido como Anysphere y respaldado desde sus inicios por OpenAI, Cursor ha crecido hasta convertirse en una alternativa poderosa a GitHub Copilot.Sin embargo, su política de precios ha generado cierta molestia entre la comunidad, lo que abre la puerta a que otras empresas capten usuarios con propuestas más accesibles y mejor integradas al entorno empresarial.Tanto Google como Microsoft ven en este segmento un espacio clave para dominar el futuro del desarrollo de software. Y Windsurf, con su tecnología y experiencia, es un activo demasiado valioso como para dejarlo escapar.¿Qué podemos esperar ahora?Para Windsurf, el futuro inmediato pasa por consolidar su foco en el cliente empresarial, con un nuevo equipo directivo y el respaldo (aunque no oficial) de uno de los gigantes tecnológicos del mundo. Para OpenAI, esta derrota marca un punto de inflexión: perder a Windsurf no solo significa dejar escapar una oportunidad, sino también exponer sus limitaciones frente a sus propios socios.Mientras tanto, Google y Microsoft siguen ampliando su dominio, cada uno con su estrategia: uno con más control sobre la infraestructura (Azure), el otro con más innovación en modelos y herramientas de desarrollo (Gemini).Lo cierto es que la guerra por el trono del desarrollo asistido por IA no ha hecho más que comenzar. Y aunque Windsurf no haya sido adquirida por nadie, ya es una pieza clave en este ajedrez tecnológico.La noticia Google se adelanta a OpenAI y ficha al equipo de Windsurf, frustrando un acuerdo de 3.000 millones fue publicada originalmente en Wwwhatsnew.com por Juan Diego Polo.