Aida Ntata había acabado de parir en el centro de salud de Chimvu, en el distrito de Thyolo, al sur de Malaui, y tuvo que levantarse y andar más de un kilómetro para buscar agua. Necesitaba lavarse y limpiar su ropa, pero el centro sanitario no tenía agua corriente. “No me resultó fácil ir a buscar agua poco después de parir. En aquella época, teníamos que esperar una hora, porque había un solo pozo para todo el pueblo. Tuve que dejar los cubos de agua con mi tutor y correr a atender a mi bebé”, recuerda esta mujer del pueblo Kalimbuka, en la autoridad tradicional de Boyd, un año después del nacimiento de su hijo, en abril de 2024.Seguir leyendo