Más de 600 niños jugarán en Jerez por mantener viva la esperanza de la pequeña Valentina

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El deporte jerezano volverá a demostrar su cara más solidaria el próximo sábado 6 de septiembre con la celebración del III Maratón Solidario de Fútbol 7 Por Valentina, una cita que reunirá en el campo de La Canaleja a 48 equipos, 18 clubes y más de 600 niños en una jornada que se prolongará de 09:00 a 21:00 horas.La iniciativa, que cuenta con una aportación simbólica de 2 euros por asistente, busca recaudar fondos y dar visibilidad a la lucha contra la fibrodisplasia osificante progresiva (FOP), una enfermedad rara que padece Valentina. “Con más fuerzas que nunca damos un grito a la esperanza”, señalan desde la organización, convencidos de que cada acción es un paso hacia la investigación y el futuro."Quiero seguir pensando en la esperanza que me levanta cada día. La FOP no va a quitarle a Valentina las ganas de ser feliz", subrayan sus familiares, agradeciendo el apoyo constante recibido.El evento cuenta con la colaboración de la Federación Andaluza de Fútbol, el Ayuntamiento, Ambulancias Cádiz, Diego Osorio y numerosos patrocinadores locales, que han vuelto a remar juntos para que esta fiesta del deporte solidario sea posible."Gracias a todas las personas que seguís a nuestro lado, sois nuestro timón", expresan desde la organización, convencida de que el fútbol volverá a ser un altavoz para la esperanza."No nos vamos a quedar de brazos cruzados"Hace apenas una semana, representantes de la Fundación Un Grito a la Esperanza y de la asociación Por Dos Pulgares de Nada viajaron hasta Asturias para visitar el laboratorio del ISPA-FINBA, donde se impulsa la investigación sobre la FOP, una de las enfermedades genéticas más raras del mundo y de la que en España apenas se conocen una treintena de casos.En el edificio ISPA-FINBA, el grupo de investigación liderado por el doctor Gonzalo Sánchez recibió a dos familias que conviven cada día con esta patología: Tamara Romero y su hija Valentina, llegadas desde Jerez, y Beatriz de Haro, madre de Darío, desde León. Ambas pudieron conocer de primera mano los avances científicos que podrían marcar un antes y un después en el tratamiento de esta enfermedad devastadora.La visita sirvió también para reforzar la colaboración entre familias, asociaciones y comunidad científica, uniendo esfuerzos en la búsqueda de soluciones frente a una dolencia que actualmente no tiene cura. "No nos resignamos a quedarnos de brazos cruzados", subrayan desde la Fundación, convencidos de que la investigación es la clave para abrir la puerta a la esperanza.