La llegada al poder del gobierno de Javier Milei fue impulsada por un grito de hartazgo. Un hartazgo con la corrupción, el clientelismo y la ineficiencia de décadas de gobiernos que no supieron, no quisieron dar respuestas a las necesidades más básicas de la población. La gente eligió un cambio radical, un ajuste severo, con la esperanza de que el sacrificio de hoy se traduzca en una prosperidad genuina y sostenible mañana.Sin embargo, en el camino hacia esa prometida prosperidad, ¿quién paga realmente el precio del ajuste? La política pública actual, que recorta drásticamente el presupuesto de áreas vitales, parece estar igualando hacia abajo, profundizando las penurias de los sectores más vulnerables.Cuando observamos la situación de los jubilados, nos encontramos con una cruda realidad. Un castigo inmerecido para nuestros adultos mayores. Algo similar ocurre con las personas con discapacidad. Los recortes en pensiones y en la asistencia social ponen en riesgo su autonomía y calidad de vida, afectando a un grupo que por su condición depende en gran medida del apoyo estatal. El desfinanciamiento de instituciones clave como el Hospital Pediátrico Garrahan es un ejemplo alarmante de esta política. Este hospital, un verdadero faro de la salud infantil en la región, ve comprometida su capacidad operativa para atender a niños de todo el país. No son meros números en una planilla, son vidas en juego. Lo mismo sucede con las organizaciones dedicadas a la seguridad vial y a las ciencias forenses. Sin una inversión adecuada, la Justicia se vuelve más lenta y la seguridad de los ciudadanos se debilita.Es cierto que el país necesita un cambio profundo y que la herencia recibida es desastrosa. Pero el mandato popular no fue un cheque en blanco para que el sufrimiento se distribuya de manera desigual. Los argentinos votaron por la justicia, por el fin de la impunidad y la corrupción. Votaron para que los verdaderos responsables de la decadencia se pudran entre rejas.Señor Presidente, el voto del pueblo fue un acto de desesperación, un llamado a que el peso de la crisis recaiga sobre los hombros de quienes la causaron, no sobre los de las víctimas. No igualemos para abajo; elevemos a todos, comenzando por los que más necesitan. Crear trabajo sería un buen principio.Francisco Manuel Silva frsilva50@gmail.comOTRAS CARTASEl creciente caos vial, sin una solución de fondoCada día asistimos al caos vial, con choques, heridos y un desorden que se repite de manera sistemática. El parque automotor ha crecido en forma desmedida, mientras que la infraestructura vial no solo no se ha ampliado, sino que muestra un deterioro preocupante.No se vislumbra una solución de fondo en el corto plazo. Las medidas que toman las autoridades suelen ser parches que, en muchos casos, parecen orientados más a aumentar la recaudación que a ordenar la circulación.En primer lugar, resultaría imprescindible crear un organismo centralizado de control del tránsito y, además, enviar funcionarios a ciudades que hayan atravesado problemas similares y los hayan resuelto con éxito. A nivel local urge desplegar una campaña vial seria y sostenida, que comience por concientizar sobre los costos humanos y económicos de los accidentes, y que enfatice la necesidad de convivir en forma civilizada respetando las normas. Es inadmisible que, por la indolencia e irresponsabilidad de algunos en las calles y la ausencia de quienes deberían ordenar, tengamos una tasa de siniestralidad tan alta.Enrique T. Vidal Bazterrica evidalbazterrica@gmail.com“Otro escándalo de coimas y un silencio inconcebible”Los hechos en el seno del poder no avizoran un buen futuro. ¿Puede una sociedad devastada soportar yerros por doquier? No. Lo prometido por esta gestión se enlutó con cosas que no se conciben. El Presidente es una máquina de agredir y denostar a todo el que piense distinto, fuera y dentro de su espacio. La economía, con guarismos poco fiables. Mientras, desde el poder salen a la luz hechos repudiables y deleznables como el caso $LIBRA o lo del fentanilo, que silencian. Desde el Gobierno desprecian la discapacidad, la salud, la educación, la tecnología, a la clase pasiva, abandonan la obra pública, al Hospital Garrahan.El último escándalo de coimas obligó a apartar del cargo a un funcionario del área de discapacidad, seguido por un silencio inconcebible. Ante ello el Presidente debió proceder de inmediato a apartar de sus cargos desde su hermana hasta asesores de presunta confianza. Quien no hace esto, es cómplice o es un inconsciente. No se pueden tolerar hechos de esta índole y espero que la Justicia actúe pronto.Rodolfo C. Castello rccastello@hotmail.com“Periodismo de investigación antes que marketinero”“Milei habla en medio del escándalo por las supuestas coimas”. Así rezan la mayoría de los titulares de los diarios y las leyendas de los pies de pantalla de los canales de televisión.Es absolutamente inaceptable que los medios de comunicación difundan con tal espectacularidad hechos que ellos mismos reconocen que están basados en suposiciones y que no realicen investigaciones periodísticas que conduzcan a determinar la existencia de pruebas reales demostrables sobre los hechos denunciados.Por otra parte, es innegable la existencia de la corrupción desde tiempos remotos en los distintos organismos públicos vinculados con la salud y el periodismo, en general, eludió su difusión pública con anterioridad con el grado de sensacionalismo que está brindándole actualmente a este tema en particular.Sería deseable que los medios de comunicación tuvieran un comportamiento más profesional, anteponiendo un periodismo serio, de investigación y opinión, al “marketinero” basado en suposiciones como lo exhibe con habitualidad.Oscar Edgardo García osedgar@yahoo.com