Las superpotencias mundiales han desarrollado un apetito aparentemente insaciable por los minerales críticos que son esenciales para las transiciones energética y digital en curso, entre ellos los metales de tierras raras (para semiconductores), el cobalto (para baterías) y el uranio (para reactores nucleares). Según las previsiones de la Agencia Internacional de la Energía, la demanda de estos minerales se habrá más que cuadruplicado de aquí a 2040, solo para su uso en tecnologías de energía limpia. Pero, en su carrera por controlar estos recursos vitales, China, Europa y Estados Unidos corren el riesgo de causar graves daños a los países que los poseen. Seguir leyendo