En medio de su estrategia para aliviar la crisis fiscal que tiene a las cuentas de la Nación contra las cuerdas, hay una tendencia que toma cada vez más fuerza en el Gobierno Nacional para aplazar, sin resolver, su falta de liquidez: dejar para mañana lo que se debe pagar hoy, difiriendo el gasto público para próximas vigencias.Esto se ve en movimientos como el pago con TES a Ecopetrol, los elevados rezagos presupuestales y el manejo especial que le están dando en el Ministerio de Hacienda al PAC (Plan Anualizado de Caja); los cuales aunque prácticos y válidos, su uso creciente y sistemático en los últimos dos años está encendiendo las alarmas entre analistas, calificadoras e incluso organismos multilaterales.Otras noticias: Asobancaria propone al Gobierno crear una nueva versión del subsidio Mi Casa YaUna de las alertas más recientes llegó desde el Centro de Estudios Económicos Anif, que recuerda que el rezago presupuestal de 2024 alcanzó los $55,4 billones, equivalentes al 13,4% del Presupuesto General de la Nación (PGN) y lo calificó como el nivel más alto desde 2012, superando incluso los picos alcanzados en épocas de crisis como el año 2000, cuando Colombia salía de la recesión de 1999.Para estos analistas, más allá del monto, lo realmente preocupante es la tendencia, puesto que en 2023, el rezago fue del 10,1% del PGN (equivalente a $34,7 billones), y para 2024 no solo creció en términos relativos, sino que amplió su composición, a tal punto que se duplicó, pasando de 4,5% del PGN en 2023 a 8,9% en 2024, y por primera vez se registró un rezago en el servicio de la deuda (1,9% del PGN).Crecimiento EconómicoCortesía - A.P.I.Una práctica riesgosaPara explicar mejor su punto, desde Anif recordaron que el rezago presupuestal está compuesto por dos elementos, por un lado están las reservas presupuestales (compromisos adquiridos pero no obligados) y las cuentas por pagar (obligaciones ya causadas). Dicho esto, indicaron que, en términos sencillos, el Estado difiere pagos que ya debería haber hecho o compromisos que aún no cumple del todo, pero que están en camino.“Con el objetivo de no repetir los errores del año pasado, el Gobierno ha optado por iniciar los pagos del rezago desde los primeros meses del año, lo que reduce presiones de gasto adicionales hacia final de año. Sin embargo, dada la apretada situación fiscal que también enfrenta el Gobierno en 2025, esta decisión reduce el espacio para ejecutar recursos del Presupuesto General de la Nación”, manifestaron.Lea también: Alarma por cobro de la Dian a Ecopetrol que la dejaría sin caja: 'Es una tributaria'Si bien, históricamente esta herramienta ha funcionado como una especie de “válvula de escape” para cuando la caja no alcanza, el informe sostiene que el uso reiterado del rezago empieza a perder su eficacia y se convierte en una bomba de tiempo fiscal, puesto que compromete los recursos de la siguiente vigencia, limita el gasto nuevo e impide inversiones estratégicas.Peor aún, puede usarse para maquillar el déficit fiscal, presentando un balance menos deteriorado del que realmente enfrenta el Estado, ya que “aunque históricamente el promedio del pago del rezago ha sido de 98% del total, en 2024 sólo se pagó el 75% del rezago presupuestal correspondiente a la vigencia 2023. De haberse mantenido el pago en su nivel histórico, el déficit fiscal del Gobierno habría sido de 7,2% del PIB en 2024 en lugar del 6,8% observado”, según Anif.Sin dineroFuente: IStockUna pérdida importanteEl impacto del rezago no es neutro y entre los sectores más golpeados por la falta de pagos están vivienda (con apenas 13,8% del rezago pagado a marzo de 2025) y ambiente y desarrollo (9,9%), mientras que sectores como la Fiscalía (91,3%), el sistema de Verdad y Justicia (92,5%) y relaciones exteriores (81,4%) recibieron una mayor proporción de lo que se les debía.Esto refleja decisiones políticas de priorización, pero también abre preguntas sobre la equidad del gasto diferido, si se tiene en cuenta que sectores clave para el desarrollo social como salud y educación aún no reciben la totalidad de lo que se les adeuda, sin pasar por alto que el caso de salud es crítico con una deuda de $7,3 billones, de la que a marzo de 2025 solo se había pagado el 71,9%.Ante esto, desde Anif fueron enfáticos en que desde el punto de vista económico, posponer pagos en sectores como infraestructura, vivienda o medio ambiente frena la ejecución de proyectos, retarda el impacto multiplicador de la inversión pública y retrasa la recuperación económica en regiones vulnerables.Puede interesarle: Número de hogares en arriendo en Colombia supera a familias que viven en casa propiaUna caja al límitePor otra parte, los expertos se cerraron en que el uso del rezago no ocurre en el vacío y con corte de marzo, la caja del Gobierno estaba en mínimos históricos, apenas $10 billones disponibles, muy por debajo del promedio de $19,3 billones que ha tenido abril en la última década. Si bien en abril se registró una leve mejoría (subiendo a $12,4 billones), la situación sigue siendo frágil.A esto se suma que el Gobierno ha iniciado 2025 con una estrategia de pagar el rezago desde los primeros meses del año, del que ya se ha ejecutado el 50% del total, con el fin de evitar el cuello de botella que se vivió a finales de 2024; en medio de un nuevo movimiento que tiene un costo y al priorizar el pago de rezagos, se reduce el margen para ejecutar nuevas inversiones o gasto social.Ministerio de Hacienda y Crédito PúblicoArchivo particular“La ejecución de la inversión, por ejemplo, va rezagada. De los $83,9 billones aprobados, apenas se ha ejecutado el 7,9% a marzo. Y aunque el recaudo tributario bruto parece avanzar (con $72,1 billones recaudados a marzo, superando la meta), el recaudo neto sigue por debajo de lo esperado y el impuesto de renta incluso cayó 2,1% frente al año anterior”, agregaron desde Anif.En este contexto, el Ministerio de Hacienda y la Dian han planteado un aumento en la retención en la fuente a sectores estratégicos como una medida para mejorar el recaudo anticipadamente. Sin embargo, Anif advierte que una mala calibración de esta medida podría afectar la caja de las empresas privadas y comprometer la recuperación económica.Noticia destacada: 'No hay caos de violencia en este Gobierno': Petro entregó balance de seguridadAdemás, el ambiente político para pasar una reforma tributaria estructural es prácticamente inexistente. Con elecciones en el horizonte, el costo político de tocar los impuestos es muy alto. Sin nuevos ingresos ni margen de endeudamiento, el Gobierno corre el riesgo de repetir la historia: diferir pagos, inflar el rezago y profundizar el problema para 2026.De esta forma cerraron diciendo que la fiscalidad diferida ha servido como un respiro temporal frente a la falta de ingresos y el exceso de compromisos, aunque dejaron claro que ese alivio se está transformando en una asfixia futura y si el Gobierno no enfrenta el problema estructural del rezago presupuestal con medidas serias, mantendrá una bomba de tiempo que tarde o temprano explotará.