Firmó Roca Rey la tarde de su temporada con aplastante rotundidad. Salvaje por ese valor sobrehumano para dictar un toreo de verdadero mandamás frente a dos toros de máxima exigencia en los que jamás volvió la cara. Ya en el patio de cuadrillas se le afiló el gesto, con el cuchillo entre los dientes cuando pisó la negra arena de Vista Alegre, con un entradón que emocionaba, con ese lleno en las galerías, con los tendidos cuajados de vida. Atraídos por el peruano, dios de la taquilla, dios de los jóvenes. Qué necesario para la Fiesta el fenómeno Roca: a su reclamo se han encontrado también con otros toreros. La negra arena grabó de nuevo su nombre. Y no, no... Ver Más