Es un escenario que viene repitiéndose con asiduidad desde el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca, y que se ha intensificado en los últimos días, tras la celebración de la reciente cumbre de Alaska. El presidente estadounidense, o alguno de sus representantes, en particular Steve Witkoff, su enviado especial ante Moscú, anuncian concesiones de calado por parte del Kremlin para detener las hostilidades en Ucrania. Y al cabo de algunas horas, emergen desde la capital rusa puntualizaciones, correcciones o desmentidos, que demuestran que sus maximalistas posiciones, en esencia, no han variado. Y que de aplicarse, devolverían 'de facto' a Ucrania a la órbita del Kremlin, extremo inasumible, tanto para el Gobierno de Volodímir Zelenski, como para la ciudadanía que ha realizado importantes sacrificios durante los últimos tres años contra el Ejército invasor.Seguir leyendo....