IntroducciónEl pasado 27 de marzo de este año tuvo lugar en la bodega Los Apóstoles de González Byass la presentación del libro titulado El libro morado. Semblanza de Pedro Nolasco González Soto, Marqués de Torresoto, editado por la propia Fundación González Byass y cuya autora es la bisnieta del biografiado, Begoña García González-Gordon. Según la prensa local el libro “relata de forma profusa la vida de Pedro Nolasco, sus aficiones, sus relaciones con la realeza, el deporte (introdujo el polo en España); las leyendas y excentricidades, muchas; sus viajes, era hombre de mundo; Doñana, personajes de la época...” (1) Se ha dicho además que este libro logra captar las costumbres y la propia sociedad de la época, sobre todo de aquella parte de la misma que se movía en torno al mundo del vino y la empresa bodeguera de la zona. Hace unos años en la entrada correspondiente al 16-11-2019 del blog Memoria Histórica de Jerez (2) se afirmaba que el marqués era uno de los personajes política y económicamente fuertes de Jerez del que apenas se conocía nada y del que se carecía de una “monografía científica que nos revele su mundo, su poder, su influencia rectora sobre la desigual sociedad en la que vivió” (3) No sabemos en qué medida esta reciente biografía habrá podido contribuir a rellenar algo de ese vacío en el conocimiento de los anteriores aspectos de la vida del propietario de González Byass Pedro N. González Soto que se señalaba en el citado blog. Por nuestra parte queremos aclarar que nuestra intención al escribir estas páginas ha sido bien sencilla. Con ellas solo se ha querido dar a conocer un momento muy puntual de la vida de este personaje en un contexto histórico muy concreto y especial caracterizado por las graves dificultades económicas y el hambre que sufrieron las clases populares de Jerez durante la posguerra, particularmente en la primavera del año 1941, como consecuencia de la política económica autárquica implementada por el franquismo recién acabada la Guerra Civil. El incidente entre el Marqués de Torresoto y el entonces alcalde de Jerez, José Mora Figueroa, que más adelante se relatará nos muestra a un hombre ya anciano de casi 92 años que aún sigue considerándose a sí mismo como un personaje de gran calado social en la sociedad jerezana del momento y todavía consciente del gran poder e influencia que su figura y su empresa habían tenido sobre la sociedad y la vida de los jerezanos y jerezanas y autoridades de la ciudad, una influencia y poder que él interpretaba que aún debían ser tenidos en cuenta por esas mismas autoridades de la ciudad. El tono de la carta enviada al alcalde Mora Figueroa en aquella situación tan difícil para la vida de los jerezanos/as así lo deja ver. Sin embargo, parece que en esta ocasión el viejo marqués no calibró convenientemente en su misiva que el destinatario de la misma era un nuevo y joven personaje (41 años) de gran calado político en la ciudad y en el nuevo régimen recién impuesto al país por las armas, revestido además del gran poder e influencia que le proporcionaba la omnipresencia del falangismo en ese nuevo régimen en estos primeros años de posguerra.El contexto históricoPero antes de reproducir el contenido de esas cartas que ambos se cruzaron en aquella fecha se hace necesario que expongamos, siquiera sea resumidamente, algunas notas sobre ese contexto histórico, social y económico de la ciudad en 1941 con motivo de la hambruna a la que se hace referencia en el título de estas páginas pues fue precisamente este contexto el que originó ese intercambio de cartas: Desde antes de finales de 1940 el problema del abastecimiento alimentario para amplios sectores de la población de la ciudad resultaba ya acuciante. A comienzos de 1941 la situación se había deteriorado hasta tal punto que solo en el mes de enero el Auxilio Social falangista había tenido que repartir 72.074 raciones, ante “la realidad aterradora por la que atraviesa la clase indigente de la ciudad”, distribuidas en sus comedores de las Angustias (49.914), Grupo Escolar Franco (2.601), calle Francos (3.782), Cocina de calle Ancha (14.742), comedor de la Florida (2.457), Cocina de San José del Valle (3.903) y en la cocina de la calle General Queipo de Llano (40.495) Y al mes siguiente debió aumentarlas en 1000 raciones diarias más, llegándose a distribuir hasta 102.074, con un coste de 102.074 ptas. (4)El marqués de Torresoto. REVISTA AMBOS MUNDOS Pero el problema era que para hacer frente a este notable incremento de los gastos necesarios para alimentar a esta población necesitada en estos comedores y cocinas económicas de “caridad” el Auxilio Social solo disponía en ese mes de febrero de 18.387, 68 ptas. con lo cual el déficit mensual, suministrando el anterior número de raciones, era de 83.706, 32 ptas., un déficit que esta institución de Falange era incapaz de enjugar con sus propios ingresos procedentes de sus habituales fuentes de entrada (postulaciones, Ficha Azul, Ficha Azul del Ayuntamiento, emblemas, etc.) (5) Como en otros lugares, se constataba también en Jerez la incapacidad del servicio de Auxilio Social para cumplir la tarea que se le había asignado de alimentar a una población hambrienta cada vez más numerosa (6). La gravedad de la situación en la ciudad, insostenible ya, exigía por tanto de medidas drásticas a fin de conseguir de manera rápida el dinero necesario para la compra de alimentos con el que proporcionar al menos una comida caliente al día a esa población entre cuyos vecinos ya se empezaba a morir de hambre, como el alcalde Mora-Figueroa y el propio Marqués de Torresoto en su carta reconocían. (7) A tal fin, a principios de marzo de 1941 se reunieron en el Ayuntamiento, entre otros, el alcalde, los delegados provincial y local de Auxilio Social, el delegado local de sindicatos de Falange y representantes de las principales entidades bancarias de la ciudad. En esta reunión se acordó crear una denominada Junta Local de Beneficencia cuyo principal cometido debía ser recabar dinero de todos aquellos vecinos que por su situación económica pudieran contribuir al urgente objetivo de incrementar el número de raciones diarias tanto gratuitas como “económicas” que ya se venían repartiendo en los comedores y cocinas del Auxilio Social y en las cocinas de San Vicente de Paúl y El Salvador. Para recaudar esos fondos con la urgencia que el caso requería la mencionada Junta adoptó un procedimiento que bien podría calificarse (y así fue visto desde luego por muchos de los afectados) de expeditivo e intervencionista y que da perfecta cuenta del delicado aspecto que realmente presentaba en la ciudad durante esos meses de 1941 la cuestión del abastecimiento esa de la población jerezana que no podía hacerlo por sus propios medios y sueldos, en el caso de aquellos que tenían la suerte de tener algún salario, o de aquellas familias que no disponían de ningún tipo de ingresos. Se acordó imponer una exacción económica, voluntaria en su aceptación aunque obligatoria en la práctica como veremos, a todos aquellos vecinos que en el ejercicio del año anterior de 1940 habían contribuido al Ayuntamiento por el impuesto del llamado Repartimiento Vecinal por un importe superior a las 500 ptas. El importe de esa cuota, que se cargaría a través de los bancos y se ingresaría a favor de la citada Junta Local de Beneficencia, consistía en el 50% de lo que cada contribuyente hubiera pagado en 1940 en concepto de tal impuesto municipal. El alcalde Mora-Figueroa esperaba que estos contribuyentes, percatados de la gravedad de las circunstancias, “por caridad cristiana, por imperativo de conciencia (…), por inexcusable identificación con los postulados de Franco y porque es ley de Dios y voluntad del Caudillo”, no devolvieran los recibos que se les pasaran por los bancos. (8) Pero lo cierto es que un número determinado de ellos, no pocos, sí lo hicieron y entre estos, por citar solo algunos de los más conocidos, algunas casas bodegueras extranjeras y nacionales como Williams Humbert y Cia. o Sandeman o Hermanos y Cia. que devolvieron los recibos que se les cargaron por un importe de 20.544,75 ptas. y de 2.269,63 respectivamente (9) El rifirrafe epistolarY hay que decir que si el número de contribuyentes que se negaron a contribuir con esta carga y que devolvieron los recibos no fue mayor, ello se debió, casi exclusivamente, a que cuando la mencionada Junta Local de Beneficencia publicaba periódicamente en la prensa el estado de la recaudación, daba a conocer al público al mismo tiempo, como medida de presión, los nombres y apellidos de aquellos contribuyentes, individuales o empresas, que habían rehusado pagar las cuotas que les habían correspondido, “siendo sometidos de esta manera a la sanción de una pública censura”, como abierta y un tanto displicentemente criticaba el Marqués de Torresoto, “Perico”, en la carta que el 22-3-1941 le escribía sobre este particular al también marqués, de Tamarón, y alcalde José Mora-Figueroa y cuyo contenido se reproduce a continuación junto con la carta respuesta de este.Esta reveladora y curiosa carta del viejo marqués refleja, a nuestro juicio, no solo algunos tics de prepotencia e incluso cierta impertinencia y arrogancia, y así lo apreció desde luego el alcalde Mora Figueroa al recibirla, sino el concepto que las clases rectoras y pudientes de la ciudad tenían de la asistencia y de la justicia social, un concepto que venía a reducirse a un rancio e hipócrita sentido de la caridad donde más importante que la donación y la ayuda en sí misma era que “el pobre” conociera en todo momento la mano benefactora que le ofrecía el urgente socorro, y de ahí el interés del marqués en que el socorro a los trabajadores y familias necesitadas se hiciera bien “en especie de primera necesidad” o bien de “otra forma práctica”. Porque, hay que decirlo, el marqués no solo era tenido por un “opulento propietario, jefe de una distinguidísima familia [sino] providencia de cuantos necesitados acuden a él en demanda de amparo, pues la caridad es virtud que en el Sr. González Soto tiene constante intérprete.”(10) Otra cosa diferente era, desde luego, el duro regateo por unos céntimos o pesetas que la casa González Byass, y otras empresas vinateras, mantenía en el momento de la discusión de las bases de trabajo y la tabla de salarios que les presentaban sus obreros de bodegas o de sus viñedos.Esto le decía en su carta el marqués de Torresoto al alcalde José Mora-Figueroa: "Querido Pepe:Al leer en la prensa tu requerimiento a favor de los que desgraciadamente en Jerez mueren hoy de hambre, pensé, como siempre ha hecho esta casa, en esforzarme en lo posible por ayudar al remedio, aunque tenga poca fe en todo lo que no sea hacer asequible los alimentos a las clases modestas y necesitadas, ya que por la experiencia de nuestros obreros veo que no son solo los faltos de jornal los que perecen, sino en mayor número y en una pobreza más vergonzante los que por no tener medios de adquirirlos a precio asequible no pueden dentro de los límites de un presupuesto limitado atender a sus más indispensables y perentorias necesidades. Como dijiste que se trataba de un donativo voluntario, buscaba medios de ingeniarme para hacer nuestro donativo lo más práctico posible, bien haciéndolo en especie de primera necesidad, previas las oportunas autorizaciones, bien de otra forma práctica. Pero contaba para ello con dos cosas básicas, una la voluntariedad de la aportación, que como tal habría de ser aceptada tal como la hiciera, otra con que tú, conociéndonos como debes conocernos, te pusieras al habla con nosotros, en la seguridad de que ni tú ni nuestro Jerez habrían de desperdiciar los escasos minutos que a ello dedicaras. Ahora veo que se nos fija una cuota que parece ha dejado de ser voluntaria, desde el punto y hora que a los que no la acepten se publican sus nombres sometiéndolos a la sanción de una pública censura y esto como es natural modifica todos mis planes y aun corta los vuelos de nuestra voluntad. Por ello, me permito suplicarte con la autoridad de mis canas y el aval de nuestra no desmentida generosidad que me digas si la cuota es fija y forzosa, o si por el contrario admites conversación sobre su cuantía, género del donativo y empleo de ella. Si lo primero, como en todo, acataremos y respetaremos lo que la Autoridad ordena; si lo segundo, con sumo gusto estoy a tu disposición para determinar la cantidad, forma y especie de nuestra aportación.En espera de tu contestación queda como siempre tu viejo y buen amigo. Perico (…)".No pasó desapercibido desde luego a Mora-Figueroa ese tono un tanto impertinente de la misiva del marqués. El alcalde Mora-Figueroa le contestaba a su vez con otra carta en la que con su sequedad y severidad habituales le decía al marqués de manera educada pero con clara ironía que lamentaba mucho no haber acertado con una fórmula a su gusto para allegar los socorros a la población necesitada y que como alcalde no estaba dispuesto a entrar ningún tipo de tratos y regateos, como los que el marqués le proponía, porque ni la urgencia del caso ni su gravedad lo permitían: "Iltmo. Sr. Marqués de Torresoto.Querido y respetado amigo: recibo su carta fecha 22 y lamento que mis notas, seguramente por deficiencia de expresión, no hayan sido bien interpretadas.Dice Vd. que tiene poca fe en todo lo que no sea hacer asequible los alimentos a las clases modestas y necesitadas, y precisamente pensando en esto la Junta que presido ha dividido los socorros en dos clases: los gratuitos (unas seis mil plazas diarias) a los parados y sus familiares ¨-por medio del Auxilio Social-, y los de tipo económico -por medio de las cocinas de S. Vicente y El Salvador. A estas últimas asistirán, mediante información previa, aquellos que por la escasez de sus ingresos y el número de sus familiares estén en peores condiciones. Las mil quinientas raciones actuales de S. Vicente y El Salvador se elevarán a cuatro o cinco mil, y seguirán costando al que las adquiera 0,50 ptas., pero se subvencionará a las cocinas con otras 0,50 ptas. por ración para mejorar la calidad y cantidad de ellas.Ya sé que esto es insuficiente, pero para aumentar aún más las plazas de las cocinas económicas hubiera necesitado fijar las cuotas a un tipo más alto, y dudo que todos hubieran podido o querido aceptarlas. Y digo fijar porque aunque joven e inexperto en estos menesteres -nada cómodos por cierto- en que he creído mi deber intervenir, tengo la certeza de que dejando a la libre voluntad la cuota hubieran sido muchos los que habrían fijado un tipo menor del mínimun que les ha correspondido, y en cambio queda libre margen a la generosidad y posibilidades de los que quieran sobrepasar este mínimun. Lamento no haber acertado con la fórmula a su gusto, aunque algo me consuela el que hasta ahora casi todos, salvo una casa, inglesa por cierto, y algunas nacionales, han aceptado los recibos que se les han presentado. Por lo demás, en este asunto yo no ordeno, pero tampoco puedo entrar en tratos ni regateos que ni la urgencia del caso ni la gravedad de él permiten. Quedo como siempre suyo afectísimo amigo". (11) NOTAS:(1) Diario de Jerez de 28-3-2025.(2) Memoria histórica de Jerez (archivos, documentos, libros, historia social de Jerez...(3) https://memoriahistoricadejerez.blogspot.com/2019/11/d-pedro-nolasco-gonzalez- soto-jerez.html (4) Véase diario Ayer de 2-3-1941.(5) Diario Ayer de 2-3-1941.(6) Sobre el fracaso en este empeño contra el hambre en Galicia, por ejemplo, puede verse, MARTÍNEZ PEREDA, LUCIO: “El pan y la cruz. Hambre y Auxilio Social durante el primer franquismo en Galicia”, Edit. Biblioteca Nueva, Madrid, 2017, particularmente pp. 39-161.(7) El reconocimiento por parte del alcalde de estas muertes por hambre en la ciudad, en “Ayer” de 7-3-1941.(8) Sobre la creación de esta Junta de Beneficencia Local, sus actuaciones, la evolución de la hambruna y el importe de lo recaudado, véase el periódico “Ayer” de marzo a junio de 1941, especialmente los meses marzo y abril.(9) Información sobre los recibos cobrados y devueltos, Archivo Municipal de Jerez de la Frontera (AMJF), legajo 633, expedientes 14710, 14713 y 14723-b y en periódico “Ayer” de abril de 1941.(10) “Ambos Mundos. Revista Ilustrada de España e Hispano-América” de 19-12-1908, citado en el blog de Cristóbal Orellana González, (https://memoriahistoricadejerez.blogspot.com/2019/11/d-pedro-nolasco-gonzalez-soto-jerez.html(11) Las cartas del Marqués de Torresoto y la respuesta de Mora Figueroa, en AMJF, legajo 633, expediente 14725.