Es la historia de una resurrección, de un rápido giro de guión, de una tragedia evitada en el momento inesperado. No hace tanto, el Estadio de la Cartuja –desarrollado por los arquitectos Cruz y Ortiz y la empresa Ayesa– parecía condenado a morir tras incumplir sus objetivos. Más allá del Mundial de Atletismo, no había servido para impulsar una candidatura sevillana para los Juegos Olímpicos. Desde su inicio se diseñó para adaptarlo después a la casi exclusiva celebración de partidos de fútbol, eliminando la pista de atletismo y ampliando el graderío, con el sueño de acoger en un solo estadio compartido a los dos equipos de la ciudad… pero aquello tampoco se produjo. Las expectativas frustradas, unidas al progresivo abandono... Ver Más