Mientras caminaba llegó el alba que iluminó el mar con las islas Cíes al fondo, la "purpurina" de la arena brillaba con los primeros rayos de sol. Varias vueltas después y, cuando la playa bullía de actividad, noté que un objeto me producía daño en la planta del pie. No le doy importancia (eso ya me había pasado), pero al día siguiente un intenso dolor, la dificultad para andar unida a una inflamación en toda la zona hizo sonar las alarmas. Acudí al especialista para abordar el problema. El podólogo me explicó que el organismo normalmente disuelve o expulsa el objeto o, que puede encapsularlo formando un tejido fibroso alrededor para contenerlo. Mientras espero en la consulta la tercera cura, pienso en aquellas personas que aceptan "cuerpos extraños" en su vida, que a pesar de su evidente agresividad/toxicidad no son capaces de rechazarlo. He conocido debido a mi trabajo muchos ejemplos, como aquel innombrable que generaba un daño constante y perjudicial de tal gravedad a su pareja que un día al no "obedecer sus órdenes" la encadenó en la cama de una cabaña solitaria hasta que 6 días después, un senderista le pareció escuchar gritos, llamando de inmediato al 112. Conocí a esa mujer y después de 30 años, no me olvido del nombre del penado. He visto como una persona que había sido agredida dos días antes, causándole lesiones de diversa consideración, acudía a intentar comunicar con el agresor con la cabeza vendada y con signos evidentes de haber sido golpeada repetidas veces. Te preguntas, ¿Por qué?. Ese comportamiento nocivo, todo el mundo puede verlo excepto él que lo sufre. Está atrapado en esa relación que conlleva una dependencia emocional profunda, haciendo muy difícil imaginar una existencia independiente de ese "cuerpo extraño". En el caso de mi lesión es fácil acudir a un experto que te solucione el problema, pero salir de una relación que te causa daño romper y terminar con ella, en definitiva cortar por lo sano resulta harto difícil, hasta que decides pedir ayuda.