Señor, hazme conocer tus caminos; muéstrame tus sendas. Encamíname en tu verdad, ¡enséñame! Tú eres mi Dios y Salvador, ¡en ti pongo mi esperanza todo el día! Salmo 25:4-5 Señor nuestro Dios, sé nuestro Padre y cuida de tus hijos en la tierra, donde a menudo es extremadamente difícil y donde todo parece volverse en contra de nosotros. Ayúdanos a mantenernos fieles en nuestra vida interior, tomando de ti todas nuestras fuerzas, el poder eterno de la vida, y de Jesucristo, el Salvador del mundo. Porque Jesús ha prometido venir a nosotros, y tú lo enviarás en tiempo de necesidad. Permite que tu mano fuerte sea con los que a menudo no saben adónde acudir. Muéstranos caminos que podamos seguir, para la gloria de tu nombre por toda la eternidad. Amén. Artículos recientes de Plough Devan Stahl Un salvador discapacitado Las heridas de un Dios resucitado nos ayudan a convivir con las nuestras. Leer Eugen Jäckh Oraciones a un Dios que se preocupa de nosotros No hay suspiros en las oraciones de C. F. Blumhardt. Reflejan una certeza firme en la victoria de las promesas de Dios. Leer