El coso político no se detiene y ya hay en liza una nueva presa que se disputan los adversarios, quienes en esta ocasión están evidenciando una carestía absoluta de humanidad y una miopía peligrosa. Hablamos de los menores inmigrantes y el reparto aprobado para distribuirlos por el territorio nacional. Detrás de tanto ruido inútil está en juego el presente de 4.000 niños y adolescentes que llegaron a este país sin sus padres. Un estado decente sólo tiene un camino: atenderlos; y si sus dirigentes son inteligentes y ven más allá del rédito electoral próximo, deben posibilitarles un futuro lo más alejado posible de la marginalidad. Limitarse a dar un techo en un centro de acogida para después desentenderse, es abonar... Ver Más