Rodolfo Valentino, ese caballero jerezano

Wait 5 sec.

Rotura de cristales, masas de histéricos, la intervención de la policía de Nueva York en actos vandálicos e incluso noticias de supuestos suicidios; así narran los periódicos del 15 de agosto de 1926 los actos ocurridos en las ciudades norteamericanas tras conocerse el trágico fallecimiento, con tan sólo 31 años de edad, del primer sex symbol de la historia del cine: Rodolfo Valentino.Pero trasladémonos a un par de años antes, a la Riviera francesa, donde el novelista valenciano Vicente Blasco Ibáñez conversa con la rutilante estrella italiana tras haber dado vida en la gran pantalla a los personajes de Julio Desnoyer y de Juan Gallardo, mientras este se prepara su sangre y arena, el afamado cóctel de whisky, vermut, licor de cerezas y zumo de naranja fresco. Y no hay dos sin tres, y entra en escena el pintor Federico Beltrán Masses, cubano de nacimiento y alumno del taller de Sorolla. Presentaciones, cumplidos, risas, tragos y camaraderías. Masses ya había retratado a otras starlets del Hollywood de los años 20 como Douglas Fairbanks, Charles Chaplin o Gloria Swanson, pero con Valentino fue diferente; el actor buscaba su inmortalización.Un retrato de Rodolfo Valentino. Tres cuadros biografían esta extraña simbiosis; el primero con su amada hasta la perpetuidad, Pola Negri —ella siempre ensalzó que los últimos susurros del actor fueron para nombrarla—, el Halcón negro, vestido de hijo del Caíd o de alguno de sus papeles en la gran pantalla y de nuevo con la enamorada a sus pies, y el que nos lleva a esta historia, Rodolfo Valentino como un caballero jerezano. Podemos intuir lo que pasó por la mente del galán cinematográfico mientras era retratado en su finca Falcon Lair en Los Ángeles, mas lo que sí sabemos es que el artista, después de muchos años de búsqueda, incluido su paso al frente de la Academia en París —tal y como recoge Juan Manuel de Prada en su soberbia Mil ojos esconde la noche—, por fin halló a su icono masculino, a su "amante oscuro", cuyo rostro a partir de entonces poblará una gran cantidad de obras pictóricas como arquetipo del Don Juan. Tal vez su porte engalanado por la vestimenta jerezana surtió su efecto. No lo sabemos, pero fantaseemos. Lo que sí sabemos con seguridad es que la pintura recibió numerosas menciones en la prensa escrita tras su exposición en las Galerías de Arte de Stendhal, sita en el Hotel Ambassador de Los Ángeles, antes de pasar a la extensísima colección privada del actor, que la exhibía con mucho orgullo. Tras su muerte y la venta de su patrimonio, pasó a ser comprada por un pariente de Natacha Rambova (otra de las grandes del cine mudo). Actualmente, podemos disfrutar de ese magnífico cuadro en el Museo de Bellas Artes de Utah; si no, corramos al interesantísimo Instagram Hollywood Portrait Gallery de Ricardo López para contemplar el retrato y una foto donde el pintor, afincado en Barcelona, ejecuta la obra.