El caso de Estefanía Gutiérrez Lázaro, convertido en leyenda, vuelve con 'Expediente Vallecas'

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Un armario que se abre solo, sin razón aparente. Estruendos en la terraza que nadie sabe de dónde vienen. Un Cristo separado inexplicablemente de su cruz. Y una mancha marrón, descrita en el informe como «babas». Son algunos de los fenómenos que la Policía Nacional dejó por escrito aquella madrugada de noviembre de 1992, durante su visita a la vivienda de la familia de Estefanía Gutiérrez Lázaro , la joven de Vallecas que murió en extrañas circunstancias tras jugar a la ouija. Todo comenzó cuando Estefanía reunió a sus amigas en el instituto para intentar contactar con el espíritu del novio de una de ellas, fallecido en un accidente de moto. En mitad de la sesión fueron sorprendidas por una profesora, que interrumpió el juego de forma abrupta. No hubo despedida. Al menos para Estefanía. Desde entonces, según relataron sus padres, la joven empezó a sufrir convulsiones, alucinaciones y a escuchar voces inquietantes dentro de su propia casa, en la calle Luis Marín, en Madrid. Ahora, 35 años después, llega a HBO Max 'Expediente Vallecas', una nueva serie documental creada por Irene del Cerro y Jorge Pérez Vega que se adentra en el caso, pero de un modo distinto. «Los espectadores se van a sorprender conforme avance la serie, porque no solo van a conocer contexto, sino porque van a salir muchos detalles que hasta ahora eran prácticamente desconocidos», reconoce Irene del Cerro a ABC. La idea de acercarse a esta historia es un tema que a la creadora le rondaba por la cabeza desde hacía mucho tiempo. «En los 90 yo era adolescente y siempre me habían gustado las historias de terror, de modo que este caso me llamó la atención, pero no pensaba que había mucho más que investigar. Sin embargo, nos dimos cuenta poco a poco de que aquí se escondía una historia que merecía ser contada», asegura la creadora. El interés por este caso es algo que no ha muerto. Desde el fallecimiento de esta joven se han publicado decenas de documentales e investigaciones; incluso el director Paco Plaza lanzó 'Verónica', una película inspirada en este suceso. « La distancia en cuanto a años del caso era imprescindible para poder adentrarse en él. Creo que en el momento en que sucedió aquello no hubiera sido posible hacer un documental así», cuenta Irene. Tras la muerte de Estefanía, la familia Gutiérrez Lázaro no solo tuvo que enfrentarse al dolor y al miedo, sino también a una implacable exposición mediática. Su casa de Vallecas se convirtió en epicentro del morbo y la curiosidad: periodistas, cámaras y curiosos se agolpaban frente al portal buscando una declaración, una imagen o un ruido extraño que confirmara el misterio. La familia, desbordada, pasó de ser víctima a protagonista involuntaria de un fenómeno nacional. Cada aparición en televisión o en prensa avivaba la leyenda y multiplicaba la presión, mientras ellos solo querían recuperar la calma que la tragedia y el ruido mediático les habían arrebatado. Por eso, el objetivo de Irene del Cerro no es tanto adentrarse en el caso para conocer las causas de la muerte, sino analizar la historia. «Queremos mostrar cómo esa historia de los 90 se ha convertido en un relato que a día de hoy sigue vivo. Queremos ver cómo ha afectado a la realidad. La familia ya no vive allí, así que no queremos entrar tanto en la historia, sino analizar cómo cada miembro de la familia ha interpretado de un modo distinto todo lo que ocurrió», cuenta. A partir de la investigación de expertos en el caso y de los testimonios de la familia Gutiérrez Lázaro , la serie explora, a lo largo de tres entregas de casi una hora, los límites entre la parapsicología y el fenómeno 'poltergeist', y el poder de la sugestión, el miedo y la manipulación psicológica. Además, ofrece un retrato de la España de la época, mostrando el papel que las autoridades, los medios y la sociedad desempeñaron en el caso de poltergeist más mediático de la historia de nuestro país, que sirvió como tema de entretenimiento de masas a costa del sufrimiento de una familia. «Una de las exigencias que pusimos al proyecto era que tenía que ser la familia quien contara todo lo sucedido. Ellos estaban ya de por sí muy enfadados porque no se había tratado el tema con respeto hasta ahora. No queremos esclarecer las causas, sino colocar todas las piezas del puzle y respetar todos los puntos de vista. No quisimos hacer un juicio de lo que nos fueran a contar», explica. Hay series documentales en las que el borrador del proyecto poco se parece al resultado final de la serie. Sin embargo, Irene del Cerro reconoce que la serie ha cambiado poco con respecto al proyecto inicial. «Todo estaba claro desde el principio. Queríamos plantear un capítulo que fuera hacia el miedo, luego hacia la ternura», reconoce. La creadora asegura que cruzar los límites morales o éticos para hacer un documental sobre un suceso como este es fácil, pero ellos tenían claro que no querían hacerlo. «Es un proyecto donde existe un dolor por un ser querido. No perdemos de vista la generosidad que han tenido de compartir la historia , pero al mismo tiempo les hicimos ver que hay que entretener. De modo que dosificar la información no es tanto una forma de manipular, sino una forma de generar interés», aseguraba. La familia aún no ha visto el resultado final del proyecto, y aunque Irene del Cerro reconoce que es «inevitable» sentir cierto vértigo al pensar qué se le puede estar pasando por la cabeza a la familia de Estefanía, reconoce que su objetivo no es que les guste. «Quiero que estén tranquilos y que realmente reconozcan que esto es lo que querían contar. Que Estefanía no era amante del terror, ni una niña gótica o satánica como habían planteado los medios», cuenta, mientras asegura que para la familia es una especie de homenaje a su hermana, que ha sido imprescindible en la vida de su familia y lo sigue siendo.