La Venus de Brizet en 1937 (Fuente).El 28 de abril de 1937, en un campo del Crêt de Brizet, una loma situada al este de la aldea de Étrat, un agricultor de la región de Forez llamado Jean Gonon descubrió una estatua enterrada a unos cincuenta centímetros de profundidad mientras araba su campo de nabos. Al desenterrarla descubrió que se trataba de una estatua de una mujer semidesnuda, sin nariz, mano derecha, brazo izquierdo ni piernas, de 86 centímetros de altura y 87 kilos de peso.Gonon se puso en contacto con un arqueólogo aficionado, Jean Renaud, miembro de una sociedad científica local. Basándose en fotografías, tanto el helenista Mario Meunier, antiguo secretario de Rodin, como expertos de la talla de Adrien Blanchet, miembro de la Academia de Inscripciones y Bellas Letras o Alexandre Philadelpheus, director del Museo Arqueológico Nacional de Atenas, determinaron que la estatua databa de finales del siglo II y consideraron que esta Venus de estilo neoático era una copia romana de una Afrodita griega.Difundido por numerosos periódicos y revistas, el descubrimiento tuvo repercusión a nivel nacional. La revista L´Illustration publicó un artículo el 19 de junio de 1937 en el que mencionaba como posible autor al escultor Fidias. Un año después se anunciaba que la estatua, conocida oficialmente como la Venus de Brizet y extraoficialmente como la Venus del campo de nabos, era designada como monumento histórico.Sin embargo, unos meses después la revista Reflets reveló la verdad: la estatua no era antigua. Era obra de un joven artista de Saint-Étienne de origen italiano, François Crémonèse. Tras esculpir la estatua en mármol toscano a partir de un modelo de yeso para el que posó una joven polaca, Anna Strumika, enterró su creación el 9 de octubre de 1936, algo que Gonon desconocía. Como prueba, presentó al museo de Saint-Étienne el brazo y la nariz que coincidían con las partes que faltaban en la estatua.Crémonèse Cremonese junto a la estatua a mediados de diciembre de 1938 (Fuente).El objetivo de Crémonèse era demostrar su talento y que a pesar de su falta de reconocimiento como artista era tan bueno como los grandes maestros de la antigüedad. Sin embargo, le salió el tiro por la culata: el mundo del arte no le perdonó el engaño y tras este episodio no volvió a recibir ningún encargo. Finalmente, acabó convirtiéndose en yesero ornamental y esculpiendo solo por placer. La Venus, además, no le fue devuelta, quedando en posesión de Gonon.____________________________________________________________________________________________ No olvides que puedes seguirnos en Facebook.The post El engaño de la Venus del campo de nabos appeared first on La piedra de Sísifo.