El estreno de Gran Hermano 20 no solo ha marcado el comienzo de una nueva etapa del veterano reality, sino también una noche cargada de emoción y sorpresas. Las primeras protagonistas fueron Desirée y Rocío, dos amigas jerezanas que se convirtieron en las primeras concursantes en estrenar la nueva casa ubicada en Tres Cantos. Su sueño, sin embargo, se vio empañado momentáneamente por una decisión que las hizo llorar desconsoladas: una de ellas debía regresar al plató.[articles:345543]“Es que nos habéis hecho ilusiones”, se lamentaban ambas, visiblemente afectadas. Rocío fue la elegida para abandonar la casa junto a Jorge Javier Vázquez, y sus palabras reflejaron el desconsuelo del momento. “Estoy mal”, confesaba entre lágrimas. “Me había traído cuatro camiones, en vez de maletas, de lo grandes que son. Me había comprado de todo, pijamas y cremas”, explicaba con tristeza mientras el presentador intentaba, sin éxito, animarla con bromas.Una despedida entre lágrimasDentro de la casa, Desirée no podía contener el llanto al ver a su amiga en el plató a través de la pantalla. “Estoy como una mierda”, admitía, con la voz rota. La concursante relató que la ansiedad la afecta incluso en su apetito:Mientras tanto, Rocío, resignada, trataba de despedirse con humor. “Mi maleta se queda ahí para ti, disfruta”, le decía, arrancando una sonrisa del público en el plató.Sin embargo, cuando parecía que la historia de Rocío terminaba antes de empezar, Gran Hermano sorprendió con un giro inesperado. En un vídeo emitido en directo, apareció Currito, el loro de Rocío, con un mensaje que lo cambió todo: “¡Eres concursante!”, se escuchó decir.“¿Ha dicho que soy concursante?”, exclamó Rocío entre gritos de incredulidad y alegría. La joven, que había salido llorando de la casa minutos antes, descubrió que seguía dentro del concurso y debía regresar Tres Cantos. La emoción dio paso a la euforia, cerrando con una sonrisa una noche que comenzó con alegría, dio paso luego a las lágrimas y terminacon una inesperada segunda oportunidad.