En Andalucía, el gobierno de Moreno Bonilla ha convertido el cribado del cáncer de mama en una ruleta rusa. Se calcula que son más de dos mil las mujeres se hicieron mamografías y nunca recibieron sus resultados. Por contra, otras que no la habían hecho, recibieron informes de otras pacientes. Algunas, reconocido por la propia Junta, fallecieron sin saber que tenían un tumor debido a los retrasos de hasta dos años en los diagnósticos. ¡Dos años! En una enfermedad en la que cada mes puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte. Lo cierto es que, la falta de seguimiento, obligó a muchas mujeres a acudir a la sanidad privada para asegurarse un diagnóstico. Sin embargo, la Junta, fiel al modus operandi del PP, se lava las manos, echa balones fuera y trata de escurrir el bulto, culpando a quienes gobernaron años atrás. Pero no se trata de un fallo técnico, como dice el gobierno de derechas andaluz, sino de un tremendo error político, un disparate de gestión y de falta de conciencia con lo público. El problema es el de siempre, que se recortan fondos, se externaliza la salud y después tratan de taparlo todo ocultando las cifras. A pesar del drama y del ridículo monumental que han hecho, lejos de reconocer errores, otras comunidades como Madrid, Murcia, Valencia y Galicia, se han sumado a Andalucía para negarse a ofrecer los datos sobre cribados de aquellas comunidades. ¿Qué esconden? ¿Es que se han perdido más vidas por culpa de su gestión sanitaria? Cada vez que hay un gobierno del PP por medio, las catástrofes se ensañan con el país y los muertos se multiplican. La climatología en Valencia, la pandemia en Madrid, los incendios en Galicia... Lo único cierto es que al frente de esas administraciones siempre hay un gobernante del PP. ¿No tendrá algo que ver la capacidad para la gestión?