Primero llegaron los ingenieros. Luego, los misiles. Así es la isla filipina que vive bajo el ruido de una guerra que aún no empezó pero que, parece, no tardará en llevar

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Batanes, un pequeño archipiélago entre Filipinas y Taiwán, ha pasado de la pesca artesanal a ser un enclave militar. Estados Unidos acumula sistemas antibuque mientras China refuerza sus patrullas navales. En este punto minúsculo del mapa, la rivalidad entre superpotencias ya tiene rostro, nombre y coordenadas.