El nuevo curso político que arranca la semana entrante viene cargado de un sinfín de posibilidades. En estos momentos, el Gobierno de coalición tiene pendientes de aprobación del orden de 30 leyes pero, sobre todo, está sobre la mesa el envite de los Presupuestos Generales del Estado que, finalmente, ha aceptado el presidente Pedro Sánchez.Recién iniciada la segunda mitad de la legislatura, el Gobierno está dispuesto a negociar con sus aliados unos Presupuestos, algo que, sin duda, marcarán el destino de la política nacional los próximos meses. Si Sánchez es capaz de recabar todos los apoyos que le llevaron a la investidura podrá terminar –mirando de reojo, eso sí, los casos de presunta corrupción que pesan sobre altos exdirigentes del partido e incluso sobre su propia familia–, sin excesivos problemas, lo que queda de mandato. De no conseguirlo, todo indica que el propio PSOE daría la legislatura por agotada (no tendría mucho sentido acudir a una cuestión de confianza con un revés de alguno de los socios tan fresco) y las urnas estarán esperando a la vuelta de la esquina.Qué duda cabe que una disolución de las Cortes y convocatoria de elecciones podría tener efectos en Andalucía. Aunque el PP insiste en que las elecciones autonómicas serán “cuando toca”, en la próxima primavera, un adelanto electoral en España podría hacer que se reconsideraran fechas atendiendo a los intereses generales del partido. Una (previsible) victoria amplia del PP en la comunidad más poblada del Estado, sin duda sería un excelente ‘aperitivo’ para el PP nacional de cara a unas elecciones generales…Pero aún tienen que pasar muchas cosas: que el PSOE se ponga a negociar los presupuestos, que llegue a acuerdos o no y, en caso de no hacerlo, tome una medida de máximos, como la convocatoria de elecciones, que hasta ahora en absoluto ha entrado en sus planes pese a las frecuentes derrotas en el Congreso que acompañan sus iniciativas y los evidentes problemas de gobierno que lleva consigo su minoría…