A los 85 años de edad ha fallecido Rafael Soto Moreno, conocido universalmente como Rafael de Paula, una de las figuras más singulares y carismáticas del toreo contemporáneo. Nacido en Jerez en 1940, su nombre ha sido sinónimo de arte, elegancia y profundidad, cualidades que le convirtieron en un torero de culto para varias generaciones de aficionados. Su pérdida ha dejado un profundo sentimiento de pesar en el mundo taurino y en su ciudad natal.Una trayectoria marcada por la pureza y el misterioEl Ministerio de Cultura reconoció su trayectoria en 2002, cuando le concedió la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes, un galardón reservado a quienes han contribuido de forma excepcional a la cultura española. A lo largo de su carrera, Rafael de Paula fue considerado un artista del toreo, un intérprete del sentimiento y la estética en el ruedo. Su estilo, inimitable y personal, fue descrito por muchos como una forma de poesía silenciosa que trascendía lo puramente técnico.Su debut se produjo en Ronda, en mayo de 1957, en una plaza que años después sería también escenario de su consagración. Tres años más tarde, en 1960, recibió la alternativa en ese mismo coso, de manos de Julio Robles, con Antonio Ordóñez como testigo. Aquel día, el joven torero jerezano comenzaba una trayectoria que pronto le situaría entre los nombres más admirados por su hondura y su forma de entender el toreo.Su confirmación en Madrid tuvo lugar en mayo de 1974, con el portuense José Luis Galloso como padrino. En Las Ventas, Paula dejó constancia de su toreo lento, profundo y lleno de matices, un estilo que cautivó tanto a críticos como a compañeros de profesión. Su carrera, marcada por altibajos y por una relación casi mística con el arte, ha sido considerada una de las más singulares del siglo XX.Más allá de las cifras o los triunfos, Rafael de Paula representó un modo de estar en el mundo del toro: reservado, enigmático y de una sensibilidad extrema. Quienes le vieron torear recuerdan su forma de parar el tiempo con una verónica, su capacidad para llenar de silencio las plazas y su constante búsqueda de la belleza.Su legado trasciende lo taurino. En Jerez, su figura ha sido recordada no solo como la de un torero, sino como la de un creador de emociones que hizo del arte del toreo una expresión cultural profunda y universal. Con su muerte, se apaga una de las luces más singulares del toreo, pero su nombre, Rafael de Paula, seguirá vivo en la memoria de quienes entienden que el arte, cuando es verdadero, nunca muere.