Debían estar disponibles las 24 horas del día, sin poder salir del domicilio más que un par de horas diarias, y eran controladas en su domicilio por cámaras de videovigilancia. Eran las condiciones en las que vivían cuatro mujeres en Valladolid víctimas de explotación sexual por parte de otra mujer que ha sido recientemente detenida. La operación se inició a raíz de la toma de declaración a una de las víctimas que se encontraba en situación de necesidad y vulnerabilidad, sin trabajo ni posibilidad de ganarse la vida y que carecía de permiso de trabajo, teniendo que mantener a sus familiares en su país de origen, donde vivían en la extrema pobreza, según detalla en un comunicado la Policía. A raíz de la declaración, los agentes del Grupo III de la Unidad contra las redes de inmigración ilegal y falsedad documental de la Brigada Provincial de Extranjería y Fronteras de Valladolid se pusieron sobre la pista de la tratante de la víctima, una mujer también extranjera. Según explican, la ahora detenida se aprovechó de la desesperación de la víctima por subsistir y mantener a su familia y, una vez la tuvo bajo su control en el domicilio de Valladolid, la obligó a aceptar unas condiciones abusivas e inasumibles para el ejercicio de la prostitución. La detenida era la que publicitaba los servicios de prostitución de la víctima, la que hablaba y concertaba con los prostituidores los servicios sexuales que tenía prestar, acordaba con ellos los actos sexuales que se iban a realizar y, solo después, «informaba a la mujer de lo que debía hacer, sin darle posibilidad de negarse, de rechazar a un prostituidor que no le gustara o de tomarse un descanso si se encontraba enferma». La proxeneta también se encargaba de cobrar directamente por los servicios de prostitución. Establecía las tarifas y solo después le entregaba a la mujer la mitad de las ganancias que su servicio sexual había generado. Explican también en el comunicado enviado a los medios que la víctima debía estar disponible para recibir a los prostituidores las 24 horas del día, «sin poder salir del domicilio más que un par de horas diarias y siempre solicitando autorización a su tratante». Además, «el domicilio estaba controlado por cámaras de video vigilancia, que permitían a la mujer detenida vigilar y controlar en todo momento que la víctima cumplía y acataba las normas impuestas, aun si ella no se encontraba en el lugar». En el domicilio había otras tres mujeres en situación similar, y las cuatro tenían que dormir hacinadas en literas en la misma habitación, debiendo quedar libre la otra habitación para recibir a los prostituidores. La detenida las mantenía en una situación de aislamiento y miedo continuo para lograr su total sumisión, «amenazándolas con echarlas a la calle si incumplían alguna de sus normas». Esto causaba «terror» a las víctimas, ya que todas se encontraban en situación irregular en España, desconocían la ciudad de Valladolid y los mecanismos legales en el país, y no tenían lugar en que refugiarse ni a dónde ir. La operación, denominada Alaska, culminó con la detención de la mujer proxeneta el pasado 29 de octubre, como presunta autora de un delito de trata de seres humanos con fines de explotación sexual. La mujer permaneció bajo custodia en dependencias policiales hasta ser puesta a disposición de la autoridad judicial, que decretó su libertad.