Durante décadas, el progreso de la electrónica ha seguido una regla simple: más pequeño es mejor. Desde los años 60, cada nueva generación de chips ha empaquetado más transistores en menos espacio, cumpliendo la famosa ley de Moore. Formulada por el cofundador de la empresa Intel, Gordon Moore, en 1965, esta ley predecía que el número de componentes en un microchip se duplicaría aproximadamente cada año. Pero esa carrera hacia lo diminuto está llegando a su límite físico. Ahora, un equipo internacional de científicos propone una solución tan obvia como revolucionaria: si no podemos seguir reduciendo el tamaño de los chips, construyamos hacia arriba.Seguir leyendo