Ahora que se pone de moda contar que en el mundo, todo, está pasando lo mismo y ganando la ultraderecha, a mí me va bien dirigir mis ojos a otros lugares del mundo donde no pasa lo mismo que en todas partes. No pasa lo mismo en todas partes. Por ejemplo, España reconoce que ‘hubo dolor e injusticia a los pueblos originarios mexicanos, y es justo reconocerlo y lamentarlo’. Así que hay una España, entre las varias sociedades que siempre son una misma sociedad, donde se reconocen actos del pasado para que el futuro sea mejor: entre España y México, con equis.La España carpetovetónica saldrá por peteneras con que solo a España, y a Pedro Sánchez, se les ocurre tal cosa. Error. El Museo de Bellas Artes de Montreal ofrece durante estos meses una gran exposición de Kent Monkman cuyo tema central es la colonización y sus dolores e injusticias directos e indirectos. Es llamativo que Monkman me recuerde a los grandes muralistas mexicanos: Rivera, Orozco, Alfaro Siqueiros y otros. Monkman, en mi opinión, mantendría los temas troncales de aquel muralismo mexicano y añadiría sus propios temas, que son trepidante y rabiosamente actuales. La sexualidad, la identidad, el género, la diversidad, cuyos perfiles fueron dibujados en la ola colonial y siguen, o regresan con el neocolonialismo.Al mismo tiempo acaba de ganar las elecciones municipales de Montreal Soraya Martínez Ferrada, una mujer que huyó junto a su familia de la Chile de Pinochet y hoy, ya desde hace tiempo, es una figura fundamental en la política federal y también en la municipal de Quebec y de Canadá, por tanto. Cuando a tantos solo se les antoja sumarse a la pretendida ola imparable de la ultraderecha y al monocultivo genético y cultural, resulta que las cosas tienen detalles y se pintan con pincel.[articles:344768]Hay muchas personas que necesitan sumarse a grupos de ideas absolutas, porque naufragan absolutamente en su mundo pequeño de inseguridades y necesitan grandes épicas que los rescaten de sus naufragios. La épica de las derechas y las ultraderechas está en la destrucción de las ideas que los oponen, para combatir la presunta destrucción de un presunto enemigo exterior que sería el verdadero motor de la zozobra a la que parece que nos arrastrarían a todos: el gran reemplazo. A las izquierdas y al progresismo, ejem, les está faltando plantear su propia épica para que aparezcan los héroes que la defiendan, empezando por la dirigencia. ¿Cuáles son los verdaderos temas épicos que oponer a la épica gastada y sucia del odio, el castigo y el desprecio, de la eliminación de todo lo distinto y del diferente? Yo diría que la naturaleza de una épica de izquierdas debería ser constructora, pero ¿de qué? Esto es lo que hay que conversar.De cosas concretas, tangibles, como en la pedagogía de Montessori. ¿Qué vamos a poner en el centro? ¿Cómo vamos a ser capaces de tocar las matemáticas? ¿Qué matemáticas?, las económicas. Y sí, la solidaridad es tomar del brazo a quien sea que haya de tomarlo del brazo porque lo necesita. Dejemos la caridad a las derechas. ¿Y cómo hacer todo esto con unas dirigencias mediocres, después de haber ido expulsando durante décadas a los mejores porque los que medraban iban haciéndose su sitio? Las dirigencias de las derechas y el mérito, ejem.Me asombraba la pintura épica de Monkman extendida por las paredes del Museo, su figura Miss Chief Eagle Testikle, la recepción de una parte de esta sociedad de todos esos significantes y significados, de una sociedad que, completa, está resolviendo todavía, como la española, su colonialismo con todas sus consecuencias. Creo que se olvida que el colonialismo es un orden social impuesto manu militari que es un orden económico y uno moral; sexual, también, pilar fundamental de la organización social de nuestro mundo. Hay otros, o había otros, y se inventan más. Todas las tradiciones fueron inventadas, muchas hace menos tiempo del que se imagina. Pregunten a Hobsbawm y a Ranger.