Más allá de Valencia: la debilidad de Feijóo y la dependencia de Vox sacuden el inicio del ciclo electoral

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La dimisión de Carlos Mazón vuelve a sacudir por completo el tablero español. La caótica gestión de la crisis por parte del Partido Popular ha copado la actualidad y sobrepasa las fronteras valencianas para impactar de lleno, por varios factores, en la política nacional e, incluso, en el próximo ciclo electoral.El anuncio de Mazón de este lunes deja sobre la mesa muchas incógnitas en una comunidad autónoma clave para los grandes partidos. Pero la crisis no ha sido solventada por Génova 13, que todavía no ha elegido a un candidato para reemplazar al presidente saliente, no lo ha movido como líder del PPCV y, sobre todo, vuelve a quedar en manos de la ultraderecha para conservar una plaza casi mística para los populares.La dependencia de la ultraderecha es más visible en estos momentos que nunca. El PP no ha pactado con Vox la hoja de ruta para la sucesión en la Comunitat Valenciana, lo que deja a Santiago Abascal manos libres para decidir el futuro del Consell. El Partido Popular sólo puede sobrevivir con ellos. La ultraderecha no ha tomado partida todavía y espera a que se “aclaren” los populares sobre la figura que propondrán para la investidura.De la decisión de Vox dependerá que el PP se mantenga en el Palau o que se tengan que convocar elecciones anticipadas, una tentación en el partido de Santiago Abascal que no deja de crecer en todas las encuestas (tanto en la Comunitat Valenciana como en el resto del país). El líder de los populares lanzó el mensaje este lunes a la ultraderecha: que “esté a la altura” y facilite cuanto antes la elección de un nuevo presidente por “la responsabilidad que merece” el pueblo valenciano. Se abre un periodo frenético, tras la dimisión, con la activación de un plazo de doce días hábiles en Les Corts para presentar candidaturas para la Presidencia (hasta el 19). Luego (en el plazo de tres a siete días) se tiene que fijar una fecha para la celebración de la sesión de investidura. Por lo que ese debate podría desarrollarse entre el 24 y el 28 de noviembre. Si en dos meses, desde la primera votación, ningún candidato logra la mayoría necesaria, se tendrían que convocar elecciones anticipadas. El PP ha decidido no pulsar el botón del adelanto electoral por miedo tanto al auge de Vox como por la posibilidad que reflejan algunos sondeos de que el bloque de la izquierda pudiera hacerse con el Gobierno valenciano (que es una administración clave para la derecha en estos momentos). Tanto el PSPV-PSOE como Compromís han criticado duramente las formas de la dimisión y han exigido nuevamente, sin éxito, que se pongan ya las urnas.La Comunitat Valenciana es esencial en el mapa electoral español. Es la cuarta comunidad más poblada y también la cuarta economía en términos de PIB total. Aporta al Congreso 33 diputados (casi el diez por ciento) y es vital para unas elecciones generales. En las de 2023 el PP se impuso con 13 parlamentarios, mientras que el PSOE se quedó en once. Vox obtuvo cinco y Compromís-Sumar logró cuatro. La reactivación del electorado progresista por el caso de Mazón podría ser clave en ese territorio en los comicios que Pedro Sánchez planea que sean en 2027.Pero la repercusión de la Comunitat Valenciana no solo influye en unas generales, sino que esta situación de dimisión y de dependencia de Vox llega de lleno en el arranque del ciclo electoral con la convocatoria de elecciones anticipadas en Extremadura para el próximo 21 de diciembre. Lo que provoca también que la fuerza de la ultraderecha pese aún más con una comunidad en la que María Guardiola, según las encuestas, sale como favorita pero lejos de la absoluta y con el horizonte de tener que pactar de nuevo con los de Santiago Abascal.Los pactos entre la derecha y la ultraderecha se han convertido también en un efecto movilizador para las izquierdas. De hecho, el acuerdo de Mazón con Vox para formar Govern tras las elecciones del 28M supuso un golpe mortal para la campaña de Núñez Feijóo en 2023. En Génova 13 piensan que ese movimiento espídico del PPCV le costó La Moncloa al PP nacional. La gran duda es, en estos momentos, qué precio pondrá Abascal a la Generalitat. Todo ello después de hacer que el Partido Popular en la Comunitat Valenciana haya comprado parte de la agenda de la ultraderecha. En las últimas semanas, los dos partidos acordaron fomentar la caza con charlas en colegios y eliminar las comisiones de igualdad, LGTBIQ+ y de asuntos europeos en Les Corts.Además, la crisis de Mazón supone también un golpe para el PP porque debilita la imagen de Núñez Feijjóo, ya que no ha resuelto de manera quirúrgica la crisis política y el PP valenciano le ha tosido. En Génova 13 siempre han considerado como un activo la gestión de sus barones para demostrar un modelo diferente al de Pedro Sánchez, pero, al revés, tanto el caso valenciano como el escándalo de los cribados en Andalucía y el frente contra el aborto de Isabel Díaz Ayuso han puesto en entredicho esa imagen y a la propia dirección nacional.Otra de las variantes de la gestión del PP es que también puede inflar el sentimiento de frustración de muchos ciudadanos descontentos con la gestión política, una laguna que, por el momento, está capitalizando Vox como figura del descontento. Los populares esperan que con una nueva cara al frente del Consell puedan taponar ese trasvase de votos y, asimismo, quieren tratar de imponer el discurso de que Mazón cometió errores pero que el Gobierno de Pedro Sánchez fue el que abandonó a los ciudadanos al no decretar la emergencia nacional.