Emilio de Justo resucita por la Puerta Grande en una corrida de ricos

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Sonó un trueno infernal, un estruendo mortal y rosa, cuyo eco aún zumba en el tímpano. Un estallido que conmocionó Madrid cuando Pudoroso prendió por el muslo a Emilio de Justo en la primera serie diestra. Apuntaban al cielo los pitones, que no perdonaron la violenta cogida. Porque cada vez que un toro roza el cuerpo del pacense es para reventarlo. Qué palizón. No contentas las dagas de silbar en el triángulo de Scarpa, acariciaron la zona que cubre el fajín. Inerte quedó el torero, envuelto en un capote. Mortal y rosa. Como el percance. Los brazos de las cuadrillas, convertidos en una camilla de plata, llevaron a la enfermería al hombre que vestía de oro, cargadísimo de oro su... Ver Más