Raule, Sevilla quiere una vida contigo

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Como un avión despegando, así arrancaron los visuales en el Cartuja Center. Pero aquel despegue no traía turbulencias, sino un cosquilleo que atravesaba el estómago y subía directo al corazón. Raule levantaba vuelo en Sevilla, y con él, toda la pista. El primer rugido llegó con 'Furia y humo', una apertura eléctrica en la que conquistó el escenario con la fuerza de quien juega como en casa, aunque él mismo confesara más tarde: «Muy buenas noches Sevilla, ya sabéis que Sevilla es como mi segunda casa, donde más nervioso me pongo es aquí. Muchas gracias por esperar todo un año». El público, incondicional, respondió a gritos de «¡Raule!», marcando desde el inicio la complicidad de la noche. Le siguieron 'Zurda', 'La depuradora' y 'Niño salvaje'. Ninguna destacó sobre otra porque todas fueron coreadas con la misma intensidad: la gente no solo cantaba, rugía cada letra, y Raule, consciente de ello, jugaba con el público, cediéndoles fragmentos de las canciones para convertir el concierto en un coro masivo . Hubo un instante de intimidad cuando, con el permiso de todos, dedicó el concierto a una amiga sevillana recientemente fallecida. Y entre la emoción, tampoco faltó el humor: bromeó sobre cómo había pasado la semana cuidándose de los resfriados para llegar perfecto a su cita. «Sevilla siempre es la primera en colgar el cartel de entradas agotadas», dijo, y el lleno absoluto en la pista se encargó de confirmarlo. Con 'Mi canija', la sala ardía. Luego llegó la sorpresa: «Viene un temita que nunca he cantado en Sevilla, a ver si os lo sabéis, porque Sevilla… yo muero contigo». Y el Cartuja Center explotó en un grito colectivo que envolvía el estreno como si fuese ya un clásico. Después, la dedicatoria a los soñadores: «Este me gusta dedicarlo a los autónomos, a todos los que cada mes pagamos nuestro dinero por un sueño». Con esas palabras dio paso a 'Perpetuo aprendiz', uno de los momentos más sentidos de la velada. El público no callaba ni entre canción y canción. Raule recordó emocionado una foto de hace dos años que aún guarda enmarcada en su salón, y pidió linternas encendidas para acompañar 'Avi', dedicada a su hijo. Fue uno de los instantes más íntimos antes de que el concierto retomara el pulso con 'Yo quiero una vida contigo'. La magia flamenca entró con 'La habitación prohibida', cuando María Moreno apareció sobre el escenario para marcarse una pataíta por bulerías que desató una ovación atronadora. Luego sonaron 'Corazón de cemento' y 'Dopamina', título de la gira, que convirtió el Cartuja Center en un huracán de palmas. No faltaron las dedicatorias personalizadas: «Familia, viene un tema muy especial. Me habéis escrito muchas veces porque siempre venís un grupo de amigas, pero hoy una en especial no ha podido estar aquí». Con ese guiño, arrancó 'Cómo no te voy a querer', seguida de 'Cruje la habitación' y la inédita en Sevilla 'Ninfómano'. El clímax llegó con 'Colega antibalas', a dúo con Marta Santos, compañera en su último concierto en el Icónica Sevilla Fest. El anuncio de que ambos lanzarán un tema juntos el próximo año elevó aún más la euforia. Y cuando parecía que el final estaba cerca, la energía subió con 'Oasis imperfecto'. «Yo prometo que voy a volver, me tienen que matar para no volver. ¡Vamos Sevilla, que esto se acaba!» gritó antes de lanzarse a 'Hasta las trancas', donde botellas de agua volaron desde el escenario para refrescar las primeras filas mientras la pista entera saltaba como una sola voz. El broche final llegó con 'Komando Kanalla', tras un grito unánime que sacudió el recinto. Raule se despidió con el corazón en la mano: «Os quiero de corazón, gracias por todo lo que estáis haciendo por este proyecto». Sevilla despegó con él esa noche. Y aunque el avión aterrizó, la sensación de volar con Raule aún sigue vibrando en cada garganta que cantó hasta quedarse afónica.