En los últimos años, Jiang Xueqin, escritor, educador y personalidad pública y profesor en Yale (aunque hay discusiones sobre su título exacto), ha captado atención global por sus amplias críticas al consumismo, al papel social del individuo moderno y a la estructura del poder económico. Sus reflexiones se han viralizado a través de charlas, videos y entrevistas, bajo títulos como 'El consumismo es la perfección de la esclavitud'.Según Jiang, el centro de la sociedad no debería ser el consumidor, sino el trabajador: en las décadas de posguerra, él argumenta que muchas sociedades occidentales colocaron al trabajador como eje del sistema político y económico, reconociendo su producción de valor como fundamento de la justicia social.Vea más: Generación Z: estos son los errores financieros que más cometenSin embargo, afirma que a partir de los años ochenta, con el auge del neoliberalismo y políticas como las de Reagan en Estados Unidos o Thatcher en Reino Unido, se produjo un cambio radical: la élite impulsó una transición desde aquella sociedad centrada en los trabajadores hacia una en la que el individuo es primordialmente un consumidor.Para Jiang, este cambio no es simplemente económico, sino cultural y psicológico. Describe el consumismo como un sistema que fomenta la competencia constante por prestigio, estatus y validación social. Postula que las personas ya no se definen por su trabajo, su aportación social, sus creencias, sino por lo que poseen, lo que consumen, lo que muestran en redes sociales. Esta lógica, según él, debilita los lazos comunitarios, la solidaridad y el sentido de ciudadanía.“Compramos cosas que no necesitamos con dinero que no tenemos para impresionar a gente que ni siquiera nos gusta”, sostiene el experto.Tarjetas de créditoGuzmán Barquín - UnsplashVea más: OpenAI cierra millonario acuerdo y se convierte en la empresa más valiosa del mundoJiang sostiene que el consumismo crea un ciclo de deseo, deuda y comparación que termina siendo una prisión voluntaria: la gente participa del sistema como consumidoras sin notar que están siendo moldeadas por él.Uno de los argumentos más provocativos de Jiang es que esta forma moderna de consumismo representa una “esclavitud perfecta”. No se trataría de una opresión evidente, sino de un condicionamiento silencioso; las personas eligen o creen elegir libremente, pero dentro de parámetros impuestos por la lógica del capital, la publicidad, la cultura del rendimiento y la expectativa de estatus.Jiang plantea que la élite se benefició al fomentar esta transición: disminuir la centralidad del trabajador permitió reducir reivindicaciones laborales, debilitar sindicatos y delegar más del contrato social al consumo como vía de satisfacción individual. Vea más: Bon Bon Bum y Manzana Postobón se unen en una colaboración inédita de edición limitadaCompras en línea.iStockTambién hace hincapié en la educación como herramienta tanto de reproducción como de resistencia. Según él, los sistemas educativos modernos –especialmente en sociedades donde el consumidor domina– enseñan a los jóvenes a maximizar su empleabilidad con fines de consumo, en lugar de orientar el aprendizaje hacia la reflexión crítica, la ciudadanía o la cooperación. En su visión, los estudiantes llegan a medir su éxito no por lo que saben o piensan, sino por lo que pueden comprar o mostrar.Las ideas de Jiang han generado debate. Sus seguidores valoran su capacidad de poner en palabras lo difuso pero omnipresente: esa presión invisible de siempre querer más, de compararse, de ganar visibilidad.Vea más: Cuidado: pagar menos del mínimo en su tarjeta de crédito trae consecuencias gravesCríticos, por otro lado, cuestionan su aproximación en algunos casos como demasiado general, acusaciones de simplificar la historia económica o ignorar las complejidades del capitalismo moderno, tecnología, globalización y diferencias culturales. Algunos puntos de su crítica están bien fundamentados en evidencia económica; otros, según los críticos, dependen de metáforas fuertes más que de datos empíricos rigurosos.Así las cosas, Xueqin presenta al consumismo no como un mal menor ni como una tendencia inevitable, sino como una estructura cultural y política que redefine lo que significa ser libre, trabajar, tener éxito y vivir en sociedad.Vea más:La Nota Empresarial: el día que Pepsi rechazó comprar los secretos de Coca-ColaPropone un llamado de atención: para él, más que cambiar objetos o evitar deudas, lo importante es recuperar la idea de ciudadanía, de comunidad, de valores comunes que no dependan del mercado; redimir al trabajador como sujeto social y político, no solo como engranaje productivo, sino como parte de un contrato colectivo de dignidad y sentido.VALENTINA DELGADILLO ABELLOPeriodista de Portafolio