Más de 15.000 personas están en estos momentos a la espera de recibir una llamada que puede cambiar sus vidas. Son los docentes interinos que forman la bolsa de Andalucía. Todos están constantemente consultando el Sistema de Provisión de Interinidades (Sipri) de la Junta, portal para la adjudicación de plazas. Todos tienen muchas cosas en común, inquietudes, vocación, ganas… Pero hay una que desearían no tener. Incertidumbre. En sus cabezas rondan a diario preguntas como “¿cuántas plazas van a sacar de mi especialidad?”, o “¿cuándo voy a poder volver a trabajar?”.Los interinos se pasan años estudiando para sacar plaza, pero, mientras tanto, se ven obligados a vivir con inestabilidad y un sinfín de dificultades. “Esta incertidumbre nos está matando. No puedes hacer vida, estoy pendiente de Sipri todas las semanas, así durante cuatro años”, dice Juanfran Ortiz, profesor de Educación Física e interino desde octubre de 2021.El primer año era el número 1.936, el siguiente paso al 1.263 y, al siguiente, el 1.045. Cada curso entraba en noviembre, o en enero. “Este año estoy el 832 y no sé cuando voy a entrar, estoy mucho más adelantado que el año pasado y se prevé que entre en marzo o incluso no entre”, explica este isleño a lavozdelsur.es.Juanfran también es portavoz de la asamblea de docentes e interinos desde Cádiz. MANU GARCÍACada vez que entra en Sipri, observa como hay provincias que sacan una sola vacante u otras, que ni siquiera tienen. Pasan los días, no salen y la estabilidad que este docente busca con 40 años, se ve truncada.“Vivimos al día”, dice Laura, interina de la bolsa de Infantil, una de las más afectadas debido al cierre de líneas en los colegios públicos. “Este año se da la casuística de que las convocatorias están saliendo bastante tarde. Me puedo pegar toda la santa mañana consultando el Sipri. Si sale a las 13.30 es una hora muy crítica para llamar a los coles que cierran a las 14.00 y podamos saber algo más de información sobre las bajas, la mayoría salen con fecha de cese sin determinar. En el mejor de los casos nos enteramos por el boca a boca, por antiguas compañeras”, detalla esta onubense.Las convocatorias están fijadas cada martes y jueves, si no hay sobresaltos como un puente. Debe haber un plazo de 48 horas entre saber que la persona ha sido adjudicada y la toma posesión. “Se lo están saltando a la torera. Por ejemplo, tienes que estar el miércoles en Málaga y te enteras el lunes a las 13.45, con todo lo que supone, buscar alquiler, desplazamiento, etc.”, comenta Laura.Además, puedes pasar entre 15 y 20 días desde que una docente se da de bajas y otra la sustituye. “En algunos casos esto supone que llegues al colegio y a los dos días te tengas que volver. A mí me pasó. Con todo el gasto económico que supone”, explica.La espera a una nueva adjudicación se hace eterna. Y, a veces, cuando por fin llega, toca trabajar en un centro ubicado a más de tres horas de casa. Algo que trastoca por completo a cualquiera. Madres dejando atrás a sus hijos. “Son semanas de incertidumbre hasta que por fin te adjudican en una convocatoria y muchas veces es un auténtico disgusto, por lo que ello supone a nivel personal”, añade María del Monte Gallego, interina de Educación Infantil desde 2017.“No sabes lo que va a ser de tu vida”Andrea también es maestra de infantil y acumula dos años y dos meses de tiempo de servicio. Ha tenido que compaginarlo con trabajos precarios y no vocacionales.“¿Cómo puede ser que en todo el mes de septiembre salgan, cada martes y jueves, 30 puestos de toda Andalucía?”, se pregunta. “Lo peor es que los equipos directivos están desesperados solicitando personal. En todos los centros que he estado me han recibido como agua de mayo. En uno me dijeron que habían pedido la cobertura hacía un mes y medio. Las bajas no se están cubriendo”, denuncia.“El 30 de junio volvía a la bolsa y aquí sigo”, dice Regla Vargas, interina de Infantil. Esta sevillana, madre de dos hijos y con un familiar a su cargo, estuvo seis años sin trabajar desde que se presentó a sus primeras oposiciones en 2015. El primer año que le llamaron fue para refuerzo de covid en Almadén de la Plata, a una hora de su casa.Después, pasaron tres años hasta que volvió a entrar en otro colegio. Esta vez en Constantina y para cubrir un solo mes. “Estuve con la incertidumbre, porque no sabía cuándo la titular de la plaza iba a volver. Estaba cada 15 días preguntando”, recuerda.El isleño comparte su situación con lavozdelsur.es. MANU GARCÍAEste año, ha estado de febrero a junio en un colegio de Montequinto y, desde entonces, continúa en la bolsa. “Me consta que hay muchísimos centros con un montón de bajas en Infantil y no se están cubriendo”, manifiesta. “A mí ya no me van a llamar este trimestre, pero para el siguiente probablemente sí, y tengo que estar con la incertidumbre de no saber dónde te van a mandar. Y si no lo aceptas, te quedas fuera de la bolsa”, expone Regla.“Es una situación muy agobiante porque no sabes qué es lo que va a ser de tu vida el día de mañana. Es insostenible”, expresa, cansada. Su sensación es que el colectivo no tienen respaldo por parte de las administraciones.Otra de las duras realidades compartidas con este medio es la de Marta, interina de Sevilla, que desde que opositó en 2019, tuvo que esperar dos años para poder empezar. Estivo seis meses y, después, tres años en parto. En 2024 la volvieron a llamar para trabajar tres semanas en mayo y dos en junio. “Este curso todavía no me han llamado, es desesperante. No sabes cuando te van a llamar, estoy cada dos por tres mirando la aplicación. Que si subes, que si bajas, que si hay saltos, que si sale convocatoria. Esto es para vivirlo”, sostiene."Sufro mucho estrés psicológico"Para poder generar ingresos, optó por otros trabajos ajenos al ámbito de la educación, pero no siempre le han abierto la puerta. “Hay algunos que aceptan que seas interina y que en cualquier momento tienes que dejar ese trabajo, y otros, no”, comenta.Marta comparte que sufre mucho “estrés psicológico” y que es un “desgaste” tener que asumir esta inestabilidad. “Entre que no nos llaman y que cuando nos llaman no podemos elegir ciudad para conciliar… Esto no es tan bonito como se piensa la gente, tres meses de verano pagados, la realidad va muchísimo más allá”, lamenta.A su voz se suma la de Laura, de Ubrique, que ha estado cuatro años sin vacante hasta marzo de este año. “La primera vez entré en 2021 y tuve que dejar un trabajo fijo porque en el momento en el que te llaman tienes que ir donde sea y cuando sea”, comenta. La gaditana ha vivido unos años de tiempos muy cortos en colegios. En Salobreña, Granada, a tres horas de su casa, estuvo dos semanas. Actualmente, está en paro y está realizando un máster para sumar puntos de baremo para aspirar a una plaza.Este año tiene el puesto 1.716 en la bolsa y, si no hay cambios, puede que entre en el curso en mayo, casi al final. “A pesar de que voy cogiendo experiencia, ser interina no me está dando seguridad, ni estabilidad, ni salud mental.Un colectivo "quemado"“Me veo en casa de mis padres, sin poder independizarme, porque si lo hago y me mandan a la otra punta de Andalucía no puedo pagarlo. Ser interina no te asegura nada. Tengo casi 30 años y mi panorama no mejora”, expresa.Julia, docente jerezana de Biología y geología, acumula siete años de tiempo de servicio. Siempre ha podido trabajar hasta este año, que entró en bolsa y pudo incorporarse a un colegio cerca de su casa. “Solo ha durado una semana. Ya he vuelto de nuevo a la bolsa. Estoy a la espera de a ver que sale. Y con miedo de que me salga algo en San Roque o algo que me complique mi vida familiar, tengo dos niños pequeños y los abuelos tienen un límite. Estoy cagada”, expresa.Esta solo es la mínima parte de los miles de interinos andaluces que luchan a diario por mejorar sus condiciones. Los docentes sienten que su colectivo “está siendo masacrado, quemado y colapsado” y siguen alzando la voz para que todo cambie.“Estamos cansados, no sabemos ya a quién pedir ayuda para que se nos tome en consideración como seres humanos que somos”, sentencian.